– Un batido de helado de fresa y un cappuccino, gracias –Mia y yo nos encontrábamos en una cafetería cercana a la biblioteca. Su hermana tenía unas tareas pendientes y pues ella tenía que recogerle unos libros por eso me había pedido que nos encontráramos allí.
– ¿Sabes? Debería salir más, tengo algo de dinero para pagar taxis, tengo que conocer Seattle, y sé que me puedes ayudar en eso –le dije.
– Tienes razón. Sería muy divertido, y, además, es una estupenda manera de relajarnos.
– Exacto, pero ya tendremos tiempo para hablar de eso, ahora, quiero saber ¿por qué tu mamá y tu papá se separaron?
– Sacha, mi hermana, tiene cáncer, y pues eso llevó a que ellos tuvieran varias discusiones, también que mi papá había comenzado a llegar tarde a la casa, cosas del trabajo, según él, pero mi madre no le creyó, no se querían como antes, Kris, así que decidieron que lo mejor sería el divorcio. Debes de imaginar lo afectada que estoy con todo esto.
– Pues sí, lo que me cuentas… desearía haber estado contigo.
– Lo sé, Kris. Erick y yo lo dejamos hoy. Estoy en casa de mi padre, cuidando de mi hermana, y cuidando de mí, por supuesto.
– ¿De quién es el bebé, Mia? –tenía muchas ganas de hacerle esa pregunta, pero no había encontrado la forma de hacerlo hasta ahora, y me sentía un poco molesta.
– Lo conocí en una fiesta de la escuela, Erick no estaba, y pues sucedió.
– ¿Tienes contacto con él?
– Para nada, solo lo vi esa vez.
– Te ayudaré en lo todo lo que necesites.
– Gracias, Kris, me alegra tanto tener a alguien en quien confiar.
Las puertas de la cafetería se abrieron de par en par. Un grupo de chicos entró. A la cabeza una chica con el cabello rosado, un piercing en el labio inferior y un tatuaje en su cuello. Se sentó con su manada en una mesa cercana a la de nosotras. Sé que debería prestarle atención a Mia, pero ellos realmente me distraían.
– ¿Los conoces? –preguntó mi amiga.
– No –le respondí.
– Los vi en la Universidad cuando me fui a matricular. Economía la peli rosa, segundo año. He oído que se habla mucho de ella.
– ¿Por qué es la única chica…? –mi pregunta fue acallada por el sonido de la puerta abriéndose nuevamente.
Otra chica entró, comenzó a buscar a alguien con la mirada hasta que lo encontró. La del tatuaje en el cuello le hizo una seña. La chica venía acompañada, traía justamente a el chico de nombre desconocido, el que se folló a la rubia, aquí estaba otra vez. Ambos fueron hacia la mesa donde estaba la peli rosa y se sentaron a su lado.
– A él –hablé– A él lo conozco, no sé su nombre, pero he hablado con él. ¿También está en tu Universidad?
– No te sé decir con exactitud. El día que fui solo la vi a ella, y a algunos con los que anda, pero sin duda a él no. ¿De dónde lo conoces?
– Trabaja para mi padre. De hecho, no sé qué hace aquí, debería estar en mi casa justo ahora.
– Dame un segundo, Kris, mi padre me llama.
Mia salió de la cafetería y yo aproveché para tomar de mi batido de helado. Trataba de no mirar al follador de rubias, pero era imposible, sin pensarlo mis ojos se encontraban mirando su mesa. Él aún no me había visto, así que para evitar un molesto choque de miradas saqué mi teléfono y abrí la galería, tenía que entretenerme en algo hasta que volviera Mia.
– Era mi padre –dijo Mia– Debo volver a casa. Algo sucedió con mi hermana.
– Bien, no hay problema. Me mantendré en contacto.
Cuando mi amiga se fue, terminé mi batido y pagué la cuenta. Salí de la cafetería, tenía que llamar un taxi, pero antes me detuve a ver unos libros que estaban vendiendo. Todos clásicos, sólo tenía dinero para uno.
– Strange Case of Dr Jekyll and Mr. Hyde, por favor –le dije a la muchacha que los estaba vendiendo. Me dio el libro y yo le pagué. Luego saqué mi teléfono dispuesta a llamar a un taxi para irme.
– ¿Vas para tú casa? No me molestaría llevarte, también voy para allá – dijo una voz por detrás de mí.
– No, gracias –dije dándome la vuelta– Ya he llamado a un taxi.
– Mmm… no, no has presionado el botón de llamar todavía, así que estás a tiempo de no tener que pagar por el viaje a casa.
– ¿Y quién dijo que iba a ir a casa?
– No creo que puedas ir a otro lugar.
– Pues, ¿sabes qué? Iré a… –tomó mi muñeca con fuerza y me arrastró hasta un auto negro– ¡¿Por qué haces esto?! ¡Déjame! ¡No entraré ahí contigo!
– Me ofrecí a llevarte amistosamente, no quisiste, ahora es esto lo que tienes –dijo, abrió la puerta del auto y me empujó dentro. Entró y se sentó a mi lado, le puso seguro a las puertas y encendió el vehículo.
– No era necesario que hicieras todo eso, podía simplemente haberme metido dentro –le dije mientras conducía. Rió.
– Ni siquiera tú te crees eso. Es más seguro que te lleve yo a que te lleve alguien más.
– Podrías ser un asesino en serie…
– Claro, esa opción no puede faltar. Sabes que no lo soy, sabes a lo que me dedico, prácticamente me conoces.
– No, no te conozco, ni tu nombre sé.
– Cierto, Kristen Berfield, soy Alan, Alan Grimes.
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Tu Elección [PAUSADA]
RomanceEl amor es una enfermedad que no tiene cura. No hay pastilla, cirugía, ni terapia que acabe con ella... Agradecimientos: @hxydey