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– Alan –dije y dirigí mi mirada hacia la carretera.
– Supongo que ya no soy un completo extraño para ti –habló él.
No tardamos en llegar a la casa de mi padre. Alan se bajaría primero del auto y luego de un rato me bajaría yo. Sería un problema que mi padre nos viera juntos.
Contemplé la figura de Alan, quien caminaba hacia la entrada de la casa. Alto, delgado, con una tez blanquísima. Su melena rubia, descontrolada por la fuerza del viento. Sus manos en los bolsillos de sus vaqueros. No había pasado por mi cabeza aún, pero a cualquiera le podría parecer un chico bastante atractivo. Pronto desapareció, ya estaba dentro. Salí del auto y caminé hacia la puerta de atrás, no me interesaba ver como se hacía una película.
– Hola, Anna –la saludé al entrar, estaba preparando una merienda para el equipo de mi padre.
– Oh, hola. Esto es para...
– Mi padre, supongo. No te tienes que preocupar, sé lo que está haciendo. Me gustaría saber qué opinas sobre su trabajo, ¿por qué trabajas tú para él?
– Kris... –nos interrumpió él.
– Papá –dije yo.
– ¿Todo bien? ¿Por qué demoras tanto, Anna?
– Ya casi…
– Está terminando –la interrumpí– ¿Puedo ayudar en algo yo?
– No es necesario –respondió mi padre, molesto, aparentemente– Cómo sea... termina pronto y llévanos la merienda, Anna.
– Deberías reconsiderar lo de trabajar aquí, mi padre es un completo capullo –tomé la bandeja con los cafés ya servidos y fui hacia la sala.
Esta vez la chica rubia, que había visto con las piernas abiertas hace un tiempo no estaba. Sólo Alan, un señor que sí se parecía más a Sergio y mi padre.
– Pensé que iban a estar grabando –dije mientras les entregaba las tazas.
– No deberías estar haciendo esto –se quejó Brad.
– ¿El qué? –Alan tomó su taza y me mostró una media sonrisa– Trato de ayudar en algo, no es que este sitio sea muy divertido.
– ¡Oh! Créeme, a veces lo es, nos encargamos de que lo sea –dijo “Sergio” para luego comenzar a reírse.
– Él es el protagonista de mi novela –me explicó mi padre– Dyon, que hace el papel de Sergio.
– Ah –había hecho una suposición correcta– ¿Y qué hacen? Pensé que estarían grabando, o algo así.
– Realizamos una reunión antes de cada grabación, además, no siempre grabamos en casa.
– Entonces, ¿cuándo continúan?
– Muy pronto. Alan, ¿ya te aprendiste tus partes?
– ¡Sí, señor! – le contestó– “Resulta ser que nunca te había visto con ese tipo de ropa, Lyss, así que cuando bajaste a la primera planta no podía apartar la vista de ti.” Tomar copa de vino.
Mi padre de momento me hizo una seña para que saliera, y pues eso hice. Fui hacia la cocina, Anna ya no estaba allí, ahora era Jason quien estaba sentado en una silla leyendo el periódico, el cual le cubría el rostro.
– Jason –dije mientras me aclaraba la garganta.
– Hola, Kristen –me saludó él.
– ¿Qué haces aquí?
– Brad, me pidió que viniera, no sé para qué, a decir verdad.
– Justo ahora está en una reunión, cosas de su novela, así que supongo que lo tendrás que esperar.
– Ya es costumbre, es un hombre súper ocupado.
– ¿Súper?
– Súper, siempre tiene cosas que hacer. ¿No lo has visto salir a reuniones por las noches? A lo mejor pienses que se va a algún sitio a tomar o a hacer otras cosas, pero la verdad es que sus reuniones son cosa seria. Se podría decir que para Brad Berfield el trabajo es lo más importante.
– Ya veo, tal vez por eso nos abandonó a mí y a mi madre. Es mejor escusa que “No quería perder mi libertad.”
– ¡Oh! Conoces a Jas –di un brinco al escuchar la voz de Alan por detrás de mí.
– Eh… sí, sí, ¿se les ofrece algo más? –le pregunté.
– Noup… tal vez solo que hubieras recogido las tazas del café, pero mira, aquí están –extendió su brazo y puso la bandeja sobre la mesa– Te he ahorrado la molestia. Ah, tú, Jason, eres requerido en la sala.
– Ahí voy yo – Jas, como le decían, se levantó de la silla y fue a ver a Brad. Alan abrió el refrigerador, sacó una botella de agua y se sirvió en un vaso.
– ¿Qué haces esta noche? –me preguntó.
– ¿Yo? Quedarme en… espera… ¿por qué quieres saber?
– Venga, Kris, ya no somos “desconocidos”, trato de establecer una conversación.
– Kristen, para ti. Qué más da, me quedo en casa, no tengo planes ara esta noche, tampoco para futuras.
– Tengo una amiga, creo que la viste hoy en la cafetería, que da una fiesta…
– No iré a ningún sitio contigo.
– Ya lo hiciste, llegaste aquí en mi auto, y, bueno, no te invité a ir. Tú me dijiste lo que harías esta noche, solo te estaba diciendo lo que voy a hacer yo.
– Ajam, claro…
– Venga, Kris, piensa que va a ser una manera de ser más sociable.
– Kristen. Ya he decidido quedarme en casa.
– Por mi bien, no tengo que cuidar a nadie. He terminado con Brad hoy, así que me retiro– dejó el vaso encima de la mesa y caminó hasta la puerta– Kris… nos vemos esta noche.
– Kristen –susurré.

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