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— ¡¡Ahora viene lo divertido!! —gritó Karen mientras ayudaba a Will a acomodar la sala.
— Karen, ¿no has visto la hora? Es muy tarde. Dejémoslo para otro día, ahora que vivo aquí tendremos mucho tiempo —traté de negarme una vez más a ir al bar.
— Ni hablar, eso está entre los planes, además, solo seremos Amy, tú, y yo.
— ¿Y Will?
— Tiene cosas que hacer mañana temprano, prefiere quedarse.
— Kristen —me habló Amy— Solo un rato… necesito algo de diversión, la cual solo puedo tener allí ¿vale?
— Vamos —me rendí.
Fui hacia la entrada de la casa buscando mis zapatos, tuve que quitármelos porque mis pobres pies no daban más. Karen me miraba desde la cocina con una sonrisa de oreja a oreja, me alegraba que estuviera feliz. Antes de irnos, Will le dio un beso en la frente, y nos dijo que nos comportáramos.
La calle estaba completamente mojada, ya que hace un rato había estado lloviendo con bastante fuerza. Mi hermana abrió la puerta del garaje de la casa de su prometido. Vaya, ¡qué chica! También sabe conducir.
— Esto es completamente seguro ¿verdad? —bromeé mientras nos subíamos al auto.
— ¿Es una broma? —rió Amy— Karen es la chica más precavida que conozco. Siempre cuidando de no sobrepasar el límite de velocidad, mirado todas las señales, por eso cuando salimos en grupo no la dejamos conducir… y como esto va a tardar te contaré una pequeña historia de tu hermana al volante.
Al llegar, Karen aparcó en el estacionamiento, para luego salir del auto junto a nosotras. En la entrada había un gran cartel que ponía “Ladys & Gentlemens” en letras amarillas, rosadas y azules. El señor que estaba en frente del bar parecía conocer a mi hermana, ya que se saludaron y entramos sin ningún tipo de problemas. Buscamos rápidamente un sitio donde sentarnos, mientras Amy iba a por algunas bebidas.
— ¿Y? ¿Qué te pareció todo, Kris? ¿Will, Amy, mis otros amigos? —me preguntó mi hermana.
— Tienes mucha suerte por tenerlos a todos, tienes las cosas que cualquier chica estaría buscando como loca. Will, que se nota que te quiere y se preocupa por ti, Amy, con la que dudo que hayas pasado un mal rato…
— También lo tendrás tú, todo a su debido tiempo…
— Tu prometido dijo que no bebiéramos mucho, así que solo están permitidas dos margaritas ¿ok? —Amy se sentó junto a nosotras y nos entregó una copa a cada una.
Le di un primer trago a mi bebida. No estaba acostumbrada a beber, por lo que fue realmente incómodo cuando el líquido bajó por mi garganta, y dejó ese molesto ardor. Las chicas rieron al ver mi mueca de disgusto, ya que ambas tomaban sin ningún tipo de problemas.
— ¡¿Mia?! —grité cuando la vi entrar.

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