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- ¿Quién es Mia? -preguntó mi hermana confundida.


- Es ella... la chica pelirroja que acaba de entrar. Es mi mejor amiga -le expliqué- Hacía mucho tiempo que no la veía.


- Pues, ¿qué esperas? Ve, y dile "hola" -me animó Amy.


- Quizás no sea un buen momento.


- Venga -Amy se levantó de su asiento, me tomó del brazo y me arrastró hasta donde estaba Mia.


- ¡Oh, por Dios! Kris... ¡Kristen! -Mia me abrazó con fuerza.


- Hola, Mia -dije.


- ¡Estoy muy feliz de verte! Me pasé meses sin recibir noticias tuyas.


- Tampoco obtuve nada de tu parte, me preocupé. Pero mírate, estás muy guapa.


- Eso no es nada, las cosas no me han ido tan bien como parecen, y sé que éste no es el mejor lugar, pero ¿crees que podríamos hablar? Solo será un momento.


- ¿Qué pasa?


- Ven -Mia tomó mi mano y me llevó hacia el sitio más apartado del local. Ambas nos sentamos, se veía preocupada- Vine con unos amigos -comenzó a explicarme- Querían que me relajara un poco, he estado muy mal últimamente. Mi mamá y mi papá se separaron, y... semanas después ella murió en un accidente de auto. Lo mío con Erick no va para nada bien, y hay algo más... estoy embarazada.


- ¡¿Cómo?!


- Estoy destrozada, no sé qué hacer con mi vida, Kris, necesito ayuda.


Mia comenzó a llorar desesperadamente, así que la abracé. No había estado con mi mejor amiga cuando me necesitaba, y eso me ponía realmente mal.


- El bebé... ¿es de Erick? -logré preguntar.


- No, pero, Kris ¿crees que podamos hablar de esto mañana? Me siento mal, es la música, el potente olor a bebida, me da asco.


- Claro, claro, no te preocupes. Me das tu dirección y te prometo que te voy a ver.


- No, estoy viviendo en casa de Erick, y ahora mismo lo que más quiero es evitar cualquier tipo de contacto con él, tampoco sabe lo del bebé. ¿Dónde estás viviendo tú?
- En casa de mi papá, pero tampoco es un buen lugar. Tú conoces más de Seattle que yo, así que me dices un lugar que te acomode y nos vemos allí.


- Está bien, Kris, gracias por todo, otra vez, ¿me das tu número?


- Claro -extendió su mano, en la cual tenía su teléfono. Al tenerlo, marqué mi número y se lo devolví- Entonces, creo que debería volver con mi hermana.


- Sí, mañana nos vemos. Me alegra que nos hayamos reencontrado.


- Lo mismo digo, Mia.


Me abrazó por última vez, y me dedicó una amplia sonrisa antes de darse la vuelta e irse.

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