32.- Deseos

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«Al final, son tres las cosas que importan, cómo hemos vivido, cómo hemos amado y cómo hemos aprendido a dejar ir»

Jack Kornfield

Me detengo justo en la entrada de la casa de Halley

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Me detengo justo en la entrada de la casa de Halley. Bajo de la motocicleta, asegurando el casco y acomodándome la chaqueta antes de caminar hacia la entrada. Toco el timbre y aguardo, observo la pequeña caja de muffins de chocolate que se encuentra entre mis manos, justo cuando la puerta se abre.

—Hola, Dereck —la señora Williams me sonríe—. Que sorpresa verte, pasa.

—Hola, señora Williams. ¿Está Halley?

—Sí, está en su estudio. Lleva ahí toda la tarde —informa—. ¿Quieres que la llame o...?

—Puedo ir solo, gracias —ella sonríe.

—De acuerdo, sabes el camino. Les llevaré algo de comer.

—Gracias.

Cuando se dirige de nuevo a la cocina, me encamino hacia el pasillo que conduce hacia el estudio de Halley. Cuando me detengo frente a la puerta, sonrío al mirar el pequeño letrero que cuelga del picaporte.

No molestar. Se está creando arte.

Abro, la puerta cede y agradezco que no le haya colocado seguro.

—Mamá, creo que hay un letrero en la puerta.

No se molesta en voltear, la observo en silencio. Cierro la puerta levemente mientras avanzo algunos pasos.

—No soy tu madre —voltea con rapidez, el repentino movimiento hace que su codo golpee con un bote de pinturas, Halley maldice cuando los pequeños frascos caen al piso, dejando varias manchas de colores sobre la alfombra.

—¿Qué haces aquí? —pregunta con algo de molestia.

—Necesito hablar...

—Oh, ¿ahora si quieres hablar conmigo? —reprocha—. Pues malas noticias para ti, no es cuando tú quieras.

—Halley...

—Estoy ocupada, como podrás darte cuenta —señala el cuadro—. Así que debes irte.

—Lo siento —doy un par de pasos al frente—. Siento mucho lo que ha pasado en los últimos días. Todo se me salió un poco de control. Pero vine para decirte que agradezco lo que hiciste. En serio lo hago.

—Supongo que debería decir que no es algo por lo cual debas agradecer —se quita el bonito delantal que lleva puesto.

—Pero tengo que hacerlo. Porque lo que hiciste, Halley...era lo que necesitaba. No fui justo contigo. Tienes razón al estar enojada conmigo, lo entiendo, porque si en algo estás equivocada, es que si soy un cobarde.

—Dereck...

—Lo soy, lo he sido toda mi vida. Lo he sido desde que tengo uso de razón. —doy un par de pasos más acercándome a ella—. Pero quiero dejar de serlo. Y me he dado cuenta que no quiero perderte, has sido la única persona que me ha demostrado que está dispuesta a meter las manos al fuego por mí, y quiero que sepas, que yo lo haría también por ti.

Atracción mortal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora