Dereck Jones y Hailey Williams en un mundo perfecto, jamás hubiesen coincidido.
Él no tenía nada, ella poseía todo.
Él estaba familiarizado con el dolor, ella nunca lo había experimentado.
Él era oscuridad, ella era luz.
Dereck solo quiere escap...
"El dolor personal, privado, solitario es más terrorífico que el que cualquiera pueda infligir".
—Jim Morrison
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El resto de la semana ignoré a Colton tanto como me fue posible, una parte de mí sabía que lo hacía porque no quería enfrentarme a sus cuestionamientos, lo haría inevitablemente y yo no era lo suficientemente valiente como para responderle con la verdad.
Pero mis intentos de mantenerme alejado se esfumaron cuando Colton apareció en mi puerta el domingo por la noche.
—¡Dereck, te buscan! —el grito de mi padre me hace suspirar. Me incorporo de la cama y bajo hacia la sala, no esperaba verlo aquí, mi amigo sonríe en cuanto me mira y mi padre me observa por un par de instantes igual de extrañado.
—Estaré en casa de Gema hasta tarde —informa—. No te metas en problemas.
Sale de la casa y el silencio se apodera del lugar.
—¿Qué haces aquí? —inquiero.
—Bueno, ya que me has ignorado media semana, tenía que venir a ver si seguías vivo —admite.
Resoplo. Esta vez llevo una camiseta de manga corta, los moretones habían desaparecido y papá no había perdido el control de nuevo, así que no tenía absolutamente nada que ocultar.
—Te dije que estaba bien —le recuerdo.
—Si entiendes que estoy más que preocupado ¿no es cierto? —inquiere—. Eres mi mejor amigo, y lo que vi...
Suspiro.
—No tienes nada de qué preocuparte —respondo sin mirarlo—. Estoy bien.
—No tienes que mentirme —dice con firmeza—. Soy tu mejor amigo, puedes confiarme lo que ocurre, Dereck.
No respondo.
—Amigo, si tu padre...
—Lo hice enojar ¿bien? Hice algunas estupideces, es todo —mascullo—. Ahora ¿podemos dejar de hablar de eso, por favor?
Colton no parece convencido.
—Confío en que si alguna vez necesitas ayuda, vas a pedírmelo. —dice con firmeza.
Lo observo por un par de segundos.
—Lo haré.
Él asiente.
—¿Cómo es que nunca me invitas a tu casa? —inquiere mirando alrededor—. No imaginé que vivieras en una tan grande. Lo digo en el mejor de los sentidos, eh.
Sonrío.
Si bien no podía decir que nuestra economía era muy buena, el trabajo de mi padre le daba lo suficiente para costear un buen lugar para vivir. Claramente ese dinero no tenía nada que ver conmigo, pocas veces se preocupaba por mis gastos, o por lo que pudiera necesitar.