Dereck Jones y Hailey Williams en un mundo perfecto, jamás hubiesen coincidido.
Él no tenía nada, ella poseía todo.
Él estaba familiarizado con el dolor, ella nunca lo había experimentado.
Él era oscuridad, ella era luz.
Dereck solo quiere escap...
«Hay dolores que matan: pero los hay más crueles, los que nos dejan la vida sin permitirnos jamás gozar de ellas.»
—Antonie L. Apollinarie
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¿Te has sentido alguna vez dentro de una trampa de la cual no puedes escapar? ¿Cómo si algo te arrastrara de nuevo al fondo en el momento exacto en el que estás por alcanzar la superficie?
Esa es la sensación exacta que tengo en estos momentos.
No parece importarle lo que le he dicho, no parece darle ni la más mínima importancia al hecho de que Luke aguarda por mí justo en la entrada.
—¿Tienes idea de lo que has hecho? —inquiere y el agarre se hace más fuerte—. ¿Después de todo lo que he hecho por ti?
—¿Por mí? —espeto con los dientes apretados—. Por mí no has hecho absolutamente nada.
En un movimiento fuerte, me libero de su agarre y me aparto.
—No has hecho nada más que darme una vida de mierda, Patrick —muevo el cuello intentando deshacerme de la sensación dolorosa—. Y no fui yo quien llamó a protección de menores.
Da un par de pasos al frente, acercándose y retrocedo levemente.
—¿Y ahora buscas arruinarme? —inquiere—. Llamaron a mi trabajo, a mis amigos, están haciendo una maldita investigación.
—¿Y qué esperabas que sucediera? Alguien se daría cuenta tarde o temprano. No podías esconderlo por más tiempo.
—Eso crees tú —dice —. ¿Sabes lo que mi jefe hará? Hablar maravillas de mí, acabo de obtener el puesto como vicepresidente de la firma, mis amigos ¿qué dirán? Que soy un padre ejemplar, tu abuela y Gema van a confirmarlo. No van a encontrar nada, Dereck. Me he asegurado de mantener el camino limpio, y tú me ayudaste con eso.
—¿Si? Pues ya no más —afirmo—. Ahora lo saben. Y no voy a seguir mintiendo. Porque estoy harto de inventarme excusas para justificar lo que haces. Si una trabajadora vuelve, le diré la verdad.
La ira explota en su mirada, no me importa no llevarme nada, ahora lo único que quiero es largarme, así que eso hago. Sin embargo, cuando cruzo por su lado, toma uno de mis brazos en un movimiento fuerte, tira de mi cuerpo para atrás y apenas registro el puñetazo que va directo a mi rostro.
El dolor explota en mi mandíbula, extendiéndose por todo el rostro. Un segundo golpe en mi estómago me sofoca, obligándome a encorvarme y eso es suficiente para él. Vuelve a golpear mi rostro otra vez y empuja mi cuerpo con fuerza que caigo sobre la alfombra.
Se posiciona sobre mí, impidiéndome moverme, impidiendo hacer otra cosa que no sean intentos inútiles de librarme de él.
Su mano se envuelve alrededor de mi cuello en un agarre que me arrebata el aire.