Capítulo 1

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[No Quirk AU]

Sus ojos miel paseaban por aquel colorido monitor, el cual demostraba el rendimiento de sus demás compañeros en aquellos enfrentamientos tan estresantes y caóticos. Cualquiera pensaría que una chica tan tosca y hostil estaría meramente estudiando su competencia para patear su trasero en el siguiente enfrentamiento, esperando encontrar cualquier tipo de desliz, debilidad, o patrón para explotar aquella ventaja en algún otro momento. De cualquier manera, todos los que tenían ese pensamiento en sus mentes no podrían estar más equivocados, ya que su mirada café no estaba estudiando la competencia, sino que estaba apreciando con calma aquel chico que tanto admiraba.

No podía creer con exactitud como era tan hábil. Ni siquiera podía evitar preguntarse internamente como había generado tanta agilidad, además que estaba aún más curiosa acerca de cómo podía usarla en combate sin chistar. Era como una máquina. Peleaba sin dudar, y cada golpe era estratégico para causar la derrota de su enemigo. Ella podía verlo. Cada pequeño movimiento que hacía era preciso, específico, prácticamente cada resultado del combate había sido calculado y predecido previamente. 

¿Cómo ese chico brillante y encantador era capaz de ser tan tierno y sumiso en su día a día? Eso era un verdadero misterio. El mayor enigma que podría tener la humanidad. En combate era un verdadero héroe, en la vida real era un simple chico ansioso que rogaba por sobrevivir un día más, y eso la había cautivado desde que postró su vista en él. 

Era un hombre tan intrigante y adorable, que ella no podía esperar para tenerlo entre sus garras, pero todo era tan complicado. 

Ser reconocida por no tener corazón era frustrante. Sin querer era capaz de ser hostil y fría con todos aquellos que le hablaran y frecuentemente sus conversaciones eran comparadas con “hablar con una pared muy grosera”. No era necesariamente su culpa, esa era su forma de ser y nadie se quedaba mucho tiempo para descubrir otras facetas de ella.

Eso no le molestaba. No estaba realmente en contra de la gente que se acercaba a ella para lograr averiguar si podrían tener una relación amistosa compatible, podría decir que incluso lograba entender sus intenciones. Posiblemente ella haría lo mismo en una situación similar, pero no por ser tan antipática significaba que era insensible. 

Sólo no era la mejor hablando. Habían cientos y miles de palabras dentro de ella, las cuales nunca saldrían de sus labios porque no sabía cómo articular las cosas que pasaban por su cabeza. 

De cualquier manera, no importaba que tanto quisiera que ese chico correspondiera aquellos puros y encantadores sentimientos, nunca habría manera. El ya tenía a alguien más, y, por ende, ella no pondría sus manos en la llamarada, arriesgando no solo hacerse infeliz a sí misma si entraba en una relación ya establecida, sino también arriesgando que el contrario fuera infeliz. 

Le gustaba verlo, amaba aún más esas pequeñas y encantadoras charlas que tenían, en donde ambos hablaban tanto como sus personalidades reservadas les permitían, y donde podían discutir de todo y nada a la vez como si fueran viejos amigos. Él era prácticamente la única persona con la que no le desquiciaba hablar. Era él único que no le importaba si tenía o no sentido del humor, o que nunca tuviera buenas historias que contar. Era realmente un gran chico. Un gran chico el cual nunca la vería de la manera en que ella lo veía a él. 

Sus años de juventud pasaron de aquella manera, añorando algo que no podía tener, y resguardando al joven que se había robado su corazón.

Nunca quiso entrometerse entre su novia y él, pero mientras los años pasaban, y la relación entre esos tortolitos se hacía más seria, nuestra querida protagonista ya no podía soportar ver nada que se relacione con ambos. 

Cada día que el chico sonreía como si se hubiese ganado el premio nobel era una bendición para su mirada, pero ya no tenía la energía suficiente para pretender que todo era color de rosas. Estaba dolida. Dolía y dolía pero nunca podía decirle nada a su amigo porque él era tan feliz que sería injusto. Verlo todos los días sonreír y hablar acerca de su magnífica vida al lado de su novia comenzaba a matarla, por lo que no tuvo más remedio. 

No importaba a donde fueran, su novia siempre estaba ahí, o el tema siempre volvía a lo mismo. Enviaba mensajes todo el tiempo, preguntándole que hacía. Le llamaba todo el tiempo, preguntándole dónde estaba. No importaba en qué momento fuera, o qué tan amigable era la salida de ambos, siempre todo volvería a la maldita novia de Tamaki. 

Pero nuestra querida protagonista ya no podía recibir más golpes.   

Simplemente hizo maletas, se despidió de su camarada con un cálido abrazo el cual, aunque haya sido tan agradable, sabía que nunca significaría nada más que un abrazo entre amigos. 

Alegó que no había nada en el país para ella y escapó en el primer vuelo lejos de donde había dejado su corazón como la cobarde que siempre fue.

Mientras estaba en el avión solo deseó al viento que su primer y único amor fuera feliz. Deseando que la preciosa y solitaria luna lo protegiera de noche, y que el encantador y abandonado sol lo resguarde de día porque ella no podría verlo hasta dentro de mucho tiempo. 

Siempre decían "lucha por lo que quieres", pero ¿cómo luchar por algo que ya era de alguien más?

Bueno, así es como comienza esta historia.

Es Mio -- Tamaki  x  TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora