Capítulo 14

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—Te juro que no iremos a la iglesia, vamos mi niña, ¿si?— Tomé ambas manos de la pequeña, mirandola a los ojos. No estaba suplicando, pero sí le estaba pidiendo con una extraña insistencia que me hiciera caso. 

—Si no vamos a la iglesia, ¿por qué el vestido y los zapatos?— Pregunto la pequeña, haciendo un puchero. No estaba feliz con vestirse de manera elegante, especialmente para un evento del que no tenía la manor idea debía de asistir. No la culpaba. Yo tambien odio este tipo de eventos. 

—Tendremos visitas importantes, y quiero que vean lo mejor de nosotros.— 

—¿Visitas? ¿Quienes?— Preguntó la niña, inclinando su cabeza hacia un lado llena de duda. 

—Colegas, del trabajo--Mi anterior trabajo. Vendran a discutir algunas cosas conmigo, y ellos tambien se vistieron bien para venir— 

Odiaba la idea de esos hombres viniendo a mi hogar para discutir sus tonterias, especialmente cuando Tamaki y Taki estaban aqui. No necesitaba el trabajo tan cerca de mi vida personal. Mucho menos esos hombres cerca de la pequeña Taki, pero, si tenía suerte, esta pequeña reunion se mantendría breve. 

La pequeña, ante el comentario final bufó, pero dejó que le ayudara a vestirse. Había preparado un pequeño yukata para ella. Hermoso, con colores azules y estampado de peces dorados. Estaba segura que le gustaría como se ve, así que lo compre casí sin pensarlo. 

—A mi tampoco me gusta que vengan así.— Dije, aún ayudandola a ponerse el yukata. —Pero si todo sale bien podemos comer helado después, y sino tambien— 

Le sonreí, y ella me devolvió el gesto. 

—¡Amajiki, ¿estas listo?!— Lo llamé desde la habitación de la pequeña. A él le había preparado un traje, y lo había puesto en la cama. Todos teníamos que estar presentables, sólo por mera costesía. 

Escuché sus pasos acercarse a la habitación. Pararon justo en la puerta. 

—¿Es necesario que nos vistamos de esta manera? ¿No preferirias que nos fueramos del departamento y volvieramos cuando todo esto acabe?— Me preguntó. Me puse de pie, ya que para ayudar a Taki tuve que estar de rodillas mucho tiempo. 

Me acerque a él, mirando como el traje le quedaba a la perfeccion. Gracias a dios. No sabía su talla y odiaba la idea de comprarle algo que no le quedara. 

—Por el contrario,— Su corbata estaba mal hecha. —Me alegra que esten aquí. A nadie le gustaría lidiar sola con estos hombres viejos lamiendo mis zapatos para que vuelva a su empresa.— Mire su cuello por un segundo, preguntandome si sería lo correcto hacerla por él. "Tu corbata" Murmuré. El sonrió levemente apenado. Tomé eso como permiso para hacerla por él. 

—Si no te agradan, ¿por qué vienen a cenar?— Preguntó él.

—Cortesia. La clave del éxito es la hipocresía.—Sonreí con gracia. Me parecía divertido el hablar de la vida de esa manera, especialmente debido a la mirada que me dedico el hombre.

Entonces la gracia se desvaneció, pues la pequeña Taki interrumpió nuestra interacción con su adorable voz:

—¿Que es hipocresia, papá?—

Los ojos de Tamaki se abrieron mucho, lleno de sorpresa. Lo escuché tragar duro. Ante su silencio, decidí ahorrarle la explicasión.

—Es fingir ser algo o alguien que no eres para tener un beneficio.—

—¡RYU!— Me regañó él. 

—Es bueno que lo sepa, Tamaki.— Pase mis manos por su traje, aplanando las, a penas notables, arrugas con mis manos.

—Mi hija no será una hipocrita—Me susurró, claramente irritado. 

Sentí alivio. Alivio de que pudiera sentir emociones negativas hacía mi. Alivio de que fuera humano. De que no se contuviera. 

—Taki no necesita engañar a nadie, porque ella puede ser exitosa sin engañar a nadie, ¿no es así?— La miré, y ella sonrio llena de determinación, con esa voluntad e inocencia de niña. 

—¡Si! No necesito fingir ser nadie más.—

—Y estoy segura que la pequeña Taki puede ser fuerte sin mentirle a nadie, justo como papi, ¿no?— 

Mis ojos vieron a los de Tamaki. Se veía tranquilo. Esa irritación de antes se había desvanecido en el aire. Todo fue remplazado con ese hermoso alivio. Con esa tranquilidad. 

—¡Si!—

—Bien dicho, pequeña.— 

—Eres buena con los niños, ¿eh?— Me preguntó, sonriendo. 

—Todavía estoy aqui.— Nos recordó la pequeña Taki, a lo que no pude evitar reir. —Si van a hacer esas cosas salgan de mi habitación.— 

Ella intentó empujarnos fuera, y yo se lo permití. Tamaki también.

Esa niña iba a ser una bestia cuando creciera. Podía verlo desde ahora. Seguramente Tamaki pensaba lo mismo. 

Ahora, sólo había que esperar por nuestros invitados. 

Todo estaba bien. 


[748 Palabras]





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⏰ Última actualización: Jul 25 ⏰

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