Capítulo 13

42 6 2
                                    

Había pasado apenas una semana. Una sola. Todo estaba abajo del camión. No tomamos mucho tiempo para desempacar. Personalmente, no tenía muchas cosas. Desde hace años me acostumbre a un estilo de vivir casi nomada. Iba a donde el trabajo me lo pedía, y no solía quedarme mucho tiempo. 

Por otro lado, ellos no tenían nada. 

Pensé que el destino era bromista. Que había hecho un chiste retorcido. Que se atrevió a enviar a aquellos sin nada hasta mi: Una mujer que decidió no tener nada. 

Tuve la decencia de hacer unas cuantas compras. Quería ayudarlos. Quería darles todo lo que tenía. Siempre había sido muy cuidadosa con mis ahorros. Sin importar qué hacía, siempre he sido buena para cuidar mi dinero. Parece que la vida me habia preparado para este momento. pude comprar camas y colchones sin problemas. Ni siquiera lo pensé. Solo lo hice. Lo hice porque lo necesitaban. 

 Este apartamento ya no era solo mio. Era de los tres. Se sentía de esa manera...

Núnca me había dado cuenta de que tan pocos platos y cubiertos tenía. De que tan poca decoración colgaba de mis paredes o descansaba en mis estantes. No lo hice hasta que Tamaki me lo dijo. Hasta que comenzó a traer velas con aroma, o figuras de madera. Esa comodidad hogareña que nunca supe tener. 

Hoy, finalmente, despues de una larga semana de trabajo y escuela pensamos en ver una pelicula de terror. A Taki parecian gustarle las cosas llenas de sangre, incapaz de retirar la mirada. Asombrada ante el CGI de una mujer fantasma. Tamaki, sin importar que tanto regañara a su hija por incomodarme con esas peliculas de mal gusto era incapaz de fingir que no le gustaban. Decia que odiaba esas cosas, pero la realidad es que las veia con tanta o incluso mas atencion que Taki. 

Habia intriga en sus ojos. Nunca pense que a Tamaki le gustaran tanto, pero supongo que las apariencias engañan. 

Mientras ambos Amajikis veían con calma su pelicula, si se le puede decir de esa manera a ver una pelicula de terror, yo fui a la cocina. Hice un par de tés, y un poco de cocoa caliente. 

Tamaki gustaba bastante de las cosas amargas, mientras que Taki parecia ser exactamente lo contrario, asi que ya estaba mas que acostumbrada a seguir sus preferencias.

Estaba por terminar cuando lo ví de reojo, recargado en el marco de la cocina, mirandome con una emoción que no podría describir. 

—¿Te asustó la película?— Me preguntó. No supe como sentirme. La gente no solía preguntarme si algo me asustaba. Mi semblante suele ser suficiente para que nadie me pregunte nada acerca de lo que siento. Especialmente si esas emociones son de vulnerabilidad. La gente suele esperar de mi la valentía y el corage de un guerrero. 

No suelen preguntar. 

Me sentí aliviada cuando él lo hizo. 

Negué con la cabeza. 

—Hace mucho frio, y quería algo de beber— Señale con tranquilidad a las tazas, y cuando el té estaba listo le extendí la taza, dedicandole una pequeña sonrisa. Intentaba ser un poco más amistosa. Intentaba mostrar un poco más de sensibilidad. No quería aparentar algo que no soy, sólo quería ser la persona que necesitaba ser. 

—No tienes que hacer todo esto por nosotros...— Su voz fue baja y ronca, sonaba sincero. Parecía disculparse unicamente por existir. Lo odiaba.

—Lo sé. Pero quiero hacerlo.— No sonreí, solamente mantuve mi vista en las tazas de cocoa, incapaz de decir otra palabra. Sabía que lo que sea que dijera él no lo creería, así que no me esforcé mucho. 

—Es solo que... Te tomas demasiadas molestias por nosotros. Pasas por estas tontas noches de películas, cocinas, limpias e incluso vas a trabajar... Nos estamos aprovechando.— 

Seguia sonando culpable. Seguia sonando horrorizado con su mera existencia. Seguía igual de preocupado por ser una carga.

—No son una carga, Tamaki. Esta bien. Soy una amiga, ayudando a mi amigo. Sé que cuando te recuperes harás todo en tu poder para ayudar. Sé que si yo estuviera en tu situación... tu harías lo mismo por mí, ¿no?— No vi hacía arriba. No quería encontrarme con su mirada. Con esos ojos indigo confundidos, incapaces de creer que alguien pueda mostrarle un gramo de compasión solamente porque quiere hacerlo. 

—Te amo, Tamaki. Y amo a esa niña. Pero todo esto,— Dije, apuntando con mi mano abierta al apartamento entero, —Esto lo hago porque soy una humana, mostrandote humanidad a ti tambien. Es humano tener empatía, Tamaki. Y no es ningun problema querer ayudar a un amigo.— Tome las tazas, despues de ponerles un poco de canela encima. Todo mientras decía eso, y comencé a encaminarme a la sala principal, donde Taki veía esas películas sangrientas sola.

Pasé a su lado, y le dí un pequeño golpecito amistoso en el hombro con mi antebrazo, intentando tener cuidado con las tazas en mis manos. Sonreía, negando levemente con la cabeza ante la conversación tan cruda que tuve que tener con el pobre. 

Me abrazó por la espalda. Fue casí como un reflejo. Casí desesperado. Tuvo suerte, pues solo derramé algunas gotas de la cocoa caliente. 

"Gracias" Habló contra mi espalda, seguramente avergonzado. Lo adoraba. Adoraba su calidez en contra de mi ropa. Me encantaba su tacto en mi piel. 

Pero no podía cegarme por mi deseo. Este hombre necesitaba tiempo para sanar. Yo se lo daría. 

—No hay de qué. Vamos, seguro Taki se siente sola.—

Pequeño risueñor, por favor apresurate a volar. 

Todo estaba bien. Todo estaba bien ahora. 

    


[918 Palabras]


Es Mio -- Tamaki  x  TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora