Mi padre es un hombre imponente, con cabellos canosos y un cuerpo musculoso, aún cuando se notaba que era mayor. Cuando era joven fue un pescador muy reconocido, y al conocer a mi madre decidieron moverse a la gran ciudad juntos, sin un centavo en sus bolsillos, y unas ganas inmensas de trabajar. Cabe destacar, que cuando llegaron a la ciudad de rascacielos y multitudes yo ya había nacido. Ambos se convirtieron en personas de temer: Personas respetadas y empresarios de renombre en su época, los cuales ahora estaban retirados, y mantienen una relación estrecha con su espiritualidad y tranquilidad.
Mis padres eran las personas más impresionantes del mundo, y realmente me habían enseñado casi todo lo que sabía, por eso mismo, cuando me entere que, como Tamaki se quedaría en quirófano durante unas horas más, el cuidado de Taki recaía en mis manos no me tomó mucho tiempo pensar hacia dónde la llevaría para que tuviera descanso.
Ambas subimos a mi automóvil, y me puse en camino por la carretera. Mis manos tomaban con firmeza el volante, y mis ojos cansados veían el camino frente a mi. Había comprado una taza de café negro en el hospital, y, aunque frio, era lo único que tenia para darme energía, por lo que tomaba tragos de vez en cuando mientras conducía. El camino era largo, y el silencio dentro de mi automóvil era realmente sofocante, por lo que, finalmente, decidí comenzar a cuestionar lo que había pasado.
—¿Sabes que paso?— Murmure mientras mantenía mi vista en el camino, tomando un respiro y prometiéndome a mi misma que no comenzaría a destruir todo en mi camino si no me gustaba la respuesta. Había una niña presente, así que no podía perder mis cabales. No ahora, y absolutamente no mientras estaba detrás del volante.
—Mamá comenzó a gritar. Y luego comenzó a golpear a papá... Ella--Ella lo lanzó a la pared, y mientras estaba en el piso comenzó a patearlo...—Ella decía todo esto casi sin voz, casi avergonzada de lo que había visto. La miré de reojo, sus pequeñas manos temblaban, y cubrían con recelo su rostro. Lloraba, pero al mismo tiempo intentaba ocultar todo eso. Intentaba ocultar sus emociones como un adulto, pero... Ella es solo una niña.
Es solo una niña, ella no debería de tener que preocuparse por llorar. No debería ni siquiera pensar en ocultar sus lágrimas. Era tan pequeña, pero no actuaba como una niña, lo cual únicamente me hizo sentir como basura. No sabía con exactitud por qué, pero me sentía como verdadera y absoluta basura. Tome un respiro, y me incliné para darle un abrazo, poniendo mi mano detrás de su cabeza y pegando su pequeño cuerpo hacia mi pecho.
Justo como su padre, sollozaba bajito en un intentó de no llorar en absoluto, pero siempre había un punto de quiebre.
Pobre niña.
—Papá está así por mi culpa. Es mi culpa. Fui yo. Yo la hice enojar—
—No, no, no. No, nena. No es tu culpa. Tu no hiciste nada malo.—
—Sí papá la hubiera dejado golpearme a mí, entonces no estaría tan lastimado.—
ESA MALDITA PERRA.
No hay otra manera de describirla, no había otra manera de percibir a esa desgraciada. Era una criatura desagradable, y no cabe duda que si la veía nuevamente todas mis medallas y trofeos nacionales de Taekwondo serán útiles, porque partiré esa mierda que tiene por rostro hasta que no puedan identificar si es su puto trasero o su puta cara.
A pesar de todo eso, y tener un sentimiento amargo en la boca, tome un respiro, y únicamente acaricie el cabello de la niña, calmándome y consolándola.
—No fue tu culpa. Ella hubiese hecho eso con o sin excusa. Nunca digas que fue tu culpa. ¿Bien?—
Ella asintió, pero entendía a la perfección que nunca pensaría otra cosa, o por lo menos, no hasta que lograr entender lo que había pasado, qué clase de monstruo era su madre, y que clase de abusos había tenido que aguantar Amajiki tan solo por la idea de mantener esa familia junta.
No podía quitarle ese sentimiento, no importa cuánto quisiera. No importa que tanto deseara que esa niña tan encantadora nunca sufriera, eso no era posible, y en este momento lo único que necesitaba era un poco de espacio y calma.
Comencé a conducir nuevamente. No había música en la radio, por lo que era un viaje callado y casi eterno, pero al mismo tiempo, el silencio era agradable. Después de todos los gritos y lágrimas la calma era ciertamente lo que necesitábamos.
Cuando llegamos a la casa de mis padres, toque un par de veces la puerta. Llevaba a Taki en brazos, estaba un tanto adormilada, y supuse que realmente estaba cansada así que no la obligue a caminar a las benditas cuatro o cinco de la mañana. Fui recibida por mi padre, el cual tenía esta tonta pijama con estampado de ramen instantáneo, lo cual me hizo sonreír con alivio. De esa manera no se vería tan amenazante. Lo abracé rápidamente con el brazo que tenía libre, y sonreí llena de alivio.
—Lamento molestar tan tarde, Papá.— Solté. —Pero gracias por cuidarla.—Deje a la pequeña en el suelo, ya que mi padre seguramente ya no tenía la misma energía como para cargar con ella. Hice una reverencia rápida y miré el reloj en mi muñeca.
—Debo volver al hospital— Mi padre asintió, y mi madre salió de la nada, dándome un cálido abrazo y sonriéndome. No era una sonrisa como las usuales. No se sentía tan encantadora, y podía ver con claridad que estaba levemente nerviosa, pero no podía quedarme para que sintieran lástima por mí, o por Tamaki.
Finalmente vi a la pequeña, quien tallaba uno de sus ojitos con levedad, y soltaba un bostezo sonoro, casi quejándose de que había dejado de cargarla. Sonreí enternecida y me puse de cuclillas frente a ella para estar a su altura.
—Este es mi papá, y ella es mi mamá— Le dije, apuntando a cada uno respectivamente. —Te cuidaran por la noche, y te darán de desayunar, ¿si? Pídeles lo que quieras, aunque, por ahora, me gustaría que fueras a dormir— Ella asintió, y le di un último abrazo de despedida antes de levantarme y ver a mi padre.
—Vendré tan pronto como pueda, por favor cuídenla bien— Solté, casi en tono suplicante. Ella era todo lo que Tamaki tenía, y no podría perdonarme si algo le pasaba.
—No te preocupes— Dijo mi madre acercándose a la pequeña con calma. Casi me recordaba a cuando ella cuidaba de mí, cuando era apenas una niña la cual corría y jugaba por los pasillos de esa casa. Ambas entraron, seguramente para que Taki finalmente pudiera descansar.
—Gracias, Papá—
—Ya vete, tienes que cuidar del pobre Amajiki. No hay tiempo que perder. Si estás muy cansada descansa al lado de la carretera,— Me dijo, casi empujándome de vuelta a mi vehículo, haciéndome reír. Incluso en momentos como estos habían pequeños detalles que podían darme calma, y uno de ellos es ver a mi padre, y escuchar como instigaba a su hija a conseguir un yerno para él. Habían cosas que nunca cambiaban, y podía encontrar confort en ello. Finalmente su padre soltó un simple y reconfortante:
—Esta bien.—
Antes de verla irse. Él tenía razón. Todo estará bien. Todo estaba bien.
Está bien.
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Es Mio -- Tamaki x Tú
FanficRyu Ishikawa cayó enamorada de el único chico que sus garras no podían tener y eso la desquiciaba. Le desquiciaba saber que, no importaba que tanto hiciera, el contrario ya estaba feliz con alguien más, y, a sorpresa de todos sus conocidos, la chica...