Capítulo 51

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Jungkook no puede dejar de pensar en la carta. Cada palabra, cada letra se clava en sus recuerdos y está seguro de poder decirla de memoria, al derecho y al revés. La usual caminata hasta su departamento se hace interminable, y cuando llega no tiene más ánimos que de quitarse los zapatos, la ropa y meterse a la cama. Quiere tratar de dormir, serenarse, despertarse el día siguiente y darse cuenta que la carta nunca existió.

Y es que quizás sea una estupidez, una jugarreta, pero le duele. Entonces ya no solo piensa en lo cruel y despiadado de querer jugar a las amenazas, lo humillante del mensaje, sino en su propia estupidez. Antes fue un pensamiento recurrente, pero tras aceptar sus sentimientos lo fue menos. Ya no. Vuelve a reprocharse a sí mismo. Envuelto en sus sábanas, con la vista en el techo, se dice que las señales estaban ahí, que la aparición de Taehyung en su vida fue tan repentina como extraña. Y cayó tan fácil, tán rápido...

Pero él no le hizo nada a Taehyung, se recuerda. Y, aun si supiera cómo era su carácter desde el primer momento, y aun si debió de actuar como el adulto de la relación mucho antes; también pensaba que tenían una conexión extraña; que compartieron momentos de intimidad suficientes para hacerle creer que, aunque Taehyung fuese perverso muchas veces, no lo sería con él. Jungkook cierra los ojos y se lleva las manos a la cara.

¿Fue estúpido, o solo iluso? Aunque ¿no es acaso lo mismo?, ¿o tan similar que resulta difícil de diferenciar? No tiene importancia. Ya pasó, y Namjoon ya leyó la carta. Meterse con un alumno, ¿qué demonios? ¿Preguntarse si valía la pena arriesgar su carrera? Definitivamente fue estúpido. Tal vez esa, la carta que halló Namjoon, haya sido la señal que necesitaba para que abra los ojos.











Cuando su alarma suena esa mañana, Jungkook sigue sin ánimos, pero está decidido. Hace su rutina de ejercicio, se ducha, viste y desayuna como cada mañana; mas antes de salir de su departamento, teclea algo en su teléfono.

No llueve en ese instante, afortunadamente, pero de seguro lo hará más tarde.


──────


Jungkook está en su oficina, de pie junto a la ventana contra la cual tantas veces se han besado, cuando Taehyung llega. No toca, pese a que ya se lo ha dicho antes, sino que solo entra, cerrando la puerta detrás de sí. Se traga las ganas de preguntarle por su aspecto, porque tan pronto cuando se voltea a verlo, puede sentir que hay algo diferente en él. Taehyung no se acerca, se queda ahí, en silencio, observándolo. Se ve incluso peor que el día anterior, cuando lo vio en la biblioteca, con grandes bolsas bajo sus ojos y el pelo enmarañado. Pero no puede preguntarle qué le ocurre, su propia persona no debiendo verse mejor. ¿Sabrá Taehyung por qué le ha escrito?

—Taehyung —dice con frialdad. El pelinegro lo nota, y una suave confusión surca su mirada. Entonces Jeon da unos pasos hacia él, sintiendo el usual magnetismo, pero no cede. Del bolsillo de su pantalón saca el sobre, rugoso al tacto—. ¿Me tomas por idiota?

Lo pensó toda la noche. Necesita que Taehyung le diga que fue él, necesita que sea real.

El pelinegro hace una mueca.

—Tendrá que ser un poco más específico.

Con brusquedad, los dedos tensos, Jungkook abre el sobre y saca la hoja que tantas veces leyó anoche, arrojándosela a Taehyung. Y es sutil, demasiado discreto para notarlo si las circunstancias fueran otras, pero toda su atención está puesta en él y... está ahí, lo que buscaba. Por una milésima de segundo sus ojos se abren con sorpresa cuando la toma, mas no con desconocimiento, y el profesor sabe que Taehyung no tiene que leer la hoja para saber lo que dice.

LA FILOSOFÍA DEL DESEO © vkookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora