Capítulo 34

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[No se salten la nota del final]


Su amargura se extiende al punto de no asistir ese jueves a sus clases de Filosofía Moral, porque Taehyung es infantil, pese a todo. Es un niño malcriado y caprichoso, demasiado antipático para que los otros niños quieran jugar con él; pero demasiado orgulloso para permitirse sentirse mal al respecto. Aquello fue años atrás, y las reminiscencias del ayer son evidentes en el hoy de su persona; quizás en exceso.

Así, concentrado en sus planes, en objetables maquinaciones, evitó encontrárselo. Y dos días son nada, una mísera cantidad de tiempo; no obstante, mientras acomoda libros en la biblioteca, comienza a sentirse inquieto; más inquieto que otras veces. El reloj marca las ocho y treinta de la tarde, aún le queda una hora de trabajo. ¿Seguirá lloviendo? Hace un rato escuchó la lluvia, y él no trajo chaqueta. Los dormitorios no están lejos, pero no quiere empaparse. ¿El profesor Jeon seguirá en su oficina?

Dos días no es tiempo suficiente para nada, pero incluso así Taehyung se siente extraño. «¿Estaré enfermo?», se pregunta entretanto hojea uno de los libros en el carrito. Usualmente leer durante sus turnos hace su trabajo mucho más llevadero; sin embargo, esa tarde en particular, ha sido más difícil que nunca sobrellevar la hora que le queda, y es que el tiempo parece no avanzar nunca. Afuera, la lluvia se intensifica.

Apoyado en el carrito, pasa las páginas del libro con enfadada parsimonia. La cantidad de libros que ha dejado leídos a medias en esa biblioteca es enorme, pues simplemente no tiene tiempo de terminarlos ni permiso para llevárselos. Solo si el libro le gusta demasiado se toma las molestias de "tomarlo prestado", es decir, de usar la identificación de otros para sacarlos y no devolverlos... a menos que fuese completamente necesario.

Aunque ese día ningún libro lo salva de querer morirse de aburrimiento. Tampoco ve a Byulyi, así que molestarla no es una opción. ¿Qué estará haciendo Yoongi? Probablemente comiendo con Jimin. A su primo le gusta hacer la cena los viernes, aunque nunca lo invita y a él no le queda más que colarse. Con su trabajo en la biblioteca no ha tenido tiempo de ir, no obstante. Taehyung hace una mueca.

No sabe qué hacer, y, en el clímax de su hastío, cuando se siente más enfermo que nunca, sus pensamientos se redirigen al miércoles por la mañana, la última vez que vio a Jeon. Recuerda haber acordado (unilateralmente) que iría el viernes, y ese día es viernes.

Y ya han pasado dos días... «No es nada», vuelve a pensar, pero quizás ya lo evitó demasiado tiempo. Su gato debe extrañarlo, además. Hace mucho (no tanto) que no lo ve. Quizás la inquietud sea por Señor B. Sí, es eso. Necesita ver a su gato, y de paso puede molestar un rato al profesor Jeon; tal vez jugar. Taehyung imagina los ojos oscuros, aquellos iris color noche, del profesor; cómo se desenfocan cuando comienza a acercarse, a tantear sus límites; y se emociona al mismo tiempo que otra idea emerge de entre sus más recónditos deseos.











—Hola —saluda Taehyung sonriente dos horas más tarde. Su cabello, cara y ropa gotean por haber caminado bajo la lluvia; la punta de su nariz está roja por el frío, sus zapatillas crujen al caminar y posiblemente las cosas en su mochila también estén mojadas. Sin embargo, su mirada no denota nada más que férrea determinación que esconde un deje juguetón.

Jungkook lo mira vacilante.

—Taehyung —dice.

—El mismo. Con permiso.

Sin esperar una invitación, el pelinegro pasa por su lado y, dejando una bolsa plástica en el suelo, se quita las zapatillas y la húmeda sudadera negra, arrojándolas a una esquina.

Suspirando, Jeon cierra la puerta.

—Son las diez de la noche.

—Los padres no tenemos vacaciones —contesta Taehyung tras recoger la bolsa y dejarla sobre la mesa del comedor—. ¡Señor B!

LA FILOSOFÍA DEL DESEO © vkookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora