Capítulo 56

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ㅤㅤTAEHYUNG no puede dejar de pensar en lo que le dijo Soobin.

¿Que el profesor Kim Namjoon le pidió ayuda a él? ¿Por qué haría eso? Las respuestas posibles son muchas, pero ninguna de ellas le hace sentido. Si el profesor Kim quería vengarse de él, o algo por el estilo, ¿no era más fácil entregar directamente la carta a Jeon? Eso hubiese sido muchísimo más sencillo y menos cruel que dejarla en su librero y luego pretender encontrarla...

—Tendré que hacerle una visita al profesor... —se dice a sí mismo el pelinegro, recostado en el suelo de su dormitorio, porque no puede dejar así las cosas. Si quiere que Jeon lo perdone, que vea más allá de la carta y lo escuche, tiene que saber en primer lugar cómo y por qué llegó a sus manos algo de lo que él se había deshecho.

Y ya sabe el cómo, ahora solo necesita el porqué.


──────



Jeon Jungkook no se considera a sí mismo una persona supersticiosa, pero su incesante anhelo de romance lo obliga a ceder ante las resoluciones del Año Nuevo. Cada primero de enero, en compañía de su hermana y Hoseok, observa los fuegos artificiales y piensa en las cosas que hará, en quién quiere ser. Esa vez, sin embargo, Nahyun y Hoseok están de luna de miel, y no tiene con quién más estar, además del gato negro que duerme sobre su regazo, en el balcón.

Hace frío, demasiado para estar fuera, pero el hombre cubre al animal y a sí mismo con una gruesa frazada. Son las dos de la mañana. Los fuegos terminaron hace horas, pero él no halla las fuerzas para ponerse de pie.

Es un poco triste celebrar solo, piensa; mas no se siente triste, sino... tranquilo. Ya han pasado los días de luto por sentirse traicionado, y ha entendido que, si bien problemático, permitirse ser feliz no está mal. Y es que su felicidad depende solo de él mismo, de las decisiones que toma y el objeto de estas. Su familia bien pudo arruinarlo, coartar gran parte de su personalidad solo porque no fue lo suficientemente fuerte como para combatirlo; sin embargo, nunca es demasiado tarde para poder empezar a hacer las cosas por sí y para sí mismo.

Esa es su resolución de Año Nuevo. No es nada ambicioso, como aprender un nuevo idioma, viajar, o publicar otro artículo en alguna revista académica. Solo quiere ser él mismo, dejar de pretender y preocuparse por lo que diga el resto; hacer lo que le plazca. Recuperar la vitalidad de un alma atrapada en las expectativas de otros.

Aunque para ello necesita dejar ir...











Y por eso, casi una semana después y a plena luz del día, se encuentra de pie frente a la casa de sus padres. En su rostro, una mirada determinada, aunque ligeramente exaltada. En sus manos, un bastón retráctil. La casa se ve tranquila, perfecta. Las plantas que aplastó hace casi un mes con el auto del amigo de Taehyung han sido reemplazadas por un macetero de color blanco brillante, en el cual bonitas camelias comienzan a crecer. Jungkook sonríe enternecido y, con un ágil movimiento, golpea la cerámica. El macetero se rompe en pedazos, la tierra salta por todas partes.

A continuación, su vista se desvía hacia el costado y su sonrisa se ensancha. El auto de su padre —un precioso Mercedes negro— está ahí, estacionado en la puerta del garage, intacto y brillante. El hombre está en la casa, y en pocos minutos, alertado por el ruido, saldrá por la puerta y le gritará. «Oh, padre...», se dice a sí mismo. Un deje de emoción ilumina sus ojos.

Jeon se encamina seguro de cada uno de sus pasos hacia el auto, deslizando la punta del bastón retractil por los laterales mientras da un par de vueltas a su alrededor. Medita por dónde empezar. 

—Quizás por algo sencillo... —murmura, y entonces, posicionándose a la distancia adecuada, levanta el bastón y golpea con fuerza. Uno de los espejos sale volando hasta la calle.

LA FILOSOFÍA DEL DESEO © vkookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora