Capítulo 42

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ㅤㅤEl almuerzo es en la casa de los padres de Jungkook, es lo que averigua Taehyung cuando el profesor frena a las afueras de una lúgubre construcción, claro fruto de la modernidad. Enormes cristales reemplazan el muro frontal, y un apagado color gris recubre los laterales. Lo único que le da un toque de vida al sitio es el bien cuidado jardín, con sus arbustos recortados y flores que lucen costosas. Están en un sector acomodado de Seúl, y Taehyung siente una enorme satisfacción cuando, haciendo una maniobra que definitivamente es ilegal, Jungkook estaciona el auto de Jimin sobre la calzada, aplastando el que alguna vez fue un bonito rosal.

—Bien, llegamos —murmura, alisando los pliegues de su camisa negra y dándole un vistazo a Taehyung de paso. Le gusta cómo se ve vistiendo su ropa, aunque sea un sobrio suéter gris y pantalones negros. Lo siente suyo.

Caminan por un sendero pulcramente demarcado entre las flores de catálogo hasta una pequeña escalinata, y, anticipando la irrupción de cierta mujer, Jungkook posa su mano en la espalda baja de Taehyung. Entonces su hermana abre la puerta.

—¡Jungkookie —exclama—, qué bueno verte sobrio!

El aludido rueda los ojos.

—Déjame vivir.

—¿Nada de tratos cariñosos?

—Tu boda ya fue.

Es Nahyun quien rueda los ojos a continuación; sin embargo, no deja de lucir contenta, de un ánimo incomparable. Un anillo de oro reluce en su dedo anular, contrastando sutilmente con el atuendo azul cielo que ha elegido ese día. A Taehyung, por otra parte, le causa gracia el comentario, y no lo esconde. Jungkook esboza una pequeña sonrisa al escuchar su risa.

—Bah, así son... —responde Nahyun, alzando una ceja ante el intercambio. Ella no pasa nada por alto (solo, tal vez, la inusual personalidad de Taehyung en un comienzo), y le es imposible no observar la cercanía en el comportamiento ajeno. Los pequeños detalles que dan cuenta de una complicidad tácita; el brillo que jamás había visto en los ojos de su hermano. Pero, como ayer, luego conversará con él—. Taehyung, pasa —dice—. Bienvenido a la residencia de los Jeon.

—Oh, esperé este momento toda mi vida... —afirma él, irónico aunque tremendamente interesado. Si pretende descifrar la personalidad del profesor, entonces debe entender sus inicios. ¿Habrá crecido en esta casa? Según la vista que tiene por sobre el hombro de Nahyun, todo se ve muy impersonal... «No, no debieron haberse mudado hace mucho —razona—. O es que ser fanáticos de Ikea es parte de ser un Jeon».

Enseguida, Taehyung le guiña el ojo a Jungkook y, aun más curioso que antes, pasa junto a Nahyun, adentrándose a la casa más carente de detalles y vida que ha visto nunca. El profesor agita la cabeza, asimilando desde ya el desastre en el que seguramente terminaría ese almuerzo, al mismo tiempo que piensa en lo poco que le importa si ello pasa.

—¿Y nuestros padres? —pregunta a su hermana, entrando a la casa. Imita a Taehyung, que se ha quitado los zapatos y los ha arrojado en una esquina, junto a un feo macetero. No pretende ordenarle que los recoja esta vez. 

—En el comedor.

—¡Fantástico! Me muero por verlos —comenta Taehyung, volviendo a moverse por su cuenta y encaminándose hacia donde él cree queda el comedor. A Jungkook le gusta la familiaridad con la que se mueve en territorio enemigo, porque se ha dado cuenta de que su estudiante, pese a la tosquedad de sus interacciones normalmente, se ha vuelto ese fin de semana en su aliado; y tiene la irrazonable sensación de que, pase lo que pase durante ese almuerzo, él no buscará perjudicarlo.

—¿Y la abuela Nara?

—También. Se ve de peor humor que otros días. Ayer bebió demasiado y-

—¡Taehyung! —le escuchan decir a la susodicha, no obstante. Su voz es inconfundible—. Ven aquí, muchachito.

LA FILOSOFÍA DEL DESEO © vkookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora