Después de dos años

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Entró al establecimiento sin girar su rostro hacia la calle, tratando de evitar que el ojiverde lo reconociera. El local estaba repleto de fotografías en blanco y negro colgadas de las paredes pintadas de colores oscuros. Vio a una mujer de largo cabello gris aproximarse a él con una sonrisa fingida y una mueca de incomodidad, no era la única que no quería estar allí en ese momento, pero debían hacer lo que se les había mandado.

- ¿Sabes qué debes hacer? - Louis asintió con la cabeza, volteándose a tiempo para ver la sombra de un abrigo pasar tras las cortinas burdeos que tapaban las ventanas - Pues empecemos.

La mujer salió al exterior del local y Louis la siguió con paso lento, mirando a cada lado una vez fuera y comprobando que Harry había desaparecido en la espesa niebla. Se colocó en el lugar que la mujer le señaló y juntos repasaron las instrucciones recibidas por parte de Simon, si lo hacían tal como pedía seguramente terminarían antes de que anocheciera. Veinte minutos después, Louis se dejó caer sobre uno de los asientos del establecimiento, siendo inmediatamente envuelto por unos finos brazos al rededor de su cuello. Miró hacia arriba y se encontró con unos grandes ojos observándolo de cerca.

- Ha salido bien - dijo la joven sobre él sonriendo ampliamente.

Louis asintió y devolvió la mirada a su teléfono móvil. El mensaje de Simon ocupaba la pantalla, las palabras brillantes dañaban sus claros ojos aumentando la presión de su pecho y rebotando en su mente de forma constante. Explicaban lo que debía hacer para solucionar su última equivocación, y aunque era una tarea aparentemente sencilla, Louis no pudo evitar sentirse agotado. La joven se sentó sobre sus piernas, apartando su teléfono móvil y depositándolo en una pequeña mesa de caoba.

- Ele, ¿qué haces?

- Te noto tenso - contestó acariciando levemente sus castaños mechones. Louis apartó la cabeza en un movimiento rápido, quizás demasiado brusco, pero que consiguió zafarse de los largos dedos de la chica.

- Sabes que no me gusta que me acaricien el pelo.

- Sé que eres un viejo gruñón - se encogió de hombros y dejó caer sus brazos a los lados, sin si quiera rozar el cuerpo de su novia, pero siendo consciente de que eso a ella no le importaba.

El fuego de una chimenea se balanceaba frente a ellos caldeando la habitación, una temperatura ideal que el cuerpo de Louis era incapaz de apreciar. Sus manos estaban frías, al igual que sus blancas mejillas. Sus ojos azules observaban las llamas de colores amarillentos y rojizos, sintiendo que lo hipnotizaban con cada movimiento y dejándose llevar por la sensación, su mente viajando por ninguna parte, pero con unos orbes verdes presentes en cada momento.

Estos fueron sustituidos por una pequeña sonrisa, tímida pero dulce, que cada vez se agrandaba más hasta formar unos adorables hoyuelos hundiendo la suave piel de unas mejillas sonrosadas. Con el tiempo pequeños ríos salados comenzaron a humedecerlas, los ojos de color intenso se cristalizaron y reflejaron el rostro de un desaliñado joven castaño de labios agrietados y pelo liso cayendo sobre su frente. Fue repentinamente trasladado a una calle de Londres, sumida en una niebla gris de donde aparecía una figura alta, envuelta en un gran abrigo y un gorro de lana, siendo inmediatamente absorbida de nuevo. Trató de gritar pero su voz no reproducía sonido alguno, intentó correr pero su cuerpo no respondía.

Vio a su al rededor como los edificios desaparecían, se hacían pequeños y daban lugar a árboles secos y lúgubres, el suelo era de tierra y estaba adornado por hojas secas que crujían con cada paso que daba. Tropezó y sus manos chocaron contra una dura piedra, lisa y brillante, como si hubiese sido pulida. Alzó la mirada y comenzó a gritar, sus pobres brazos golpeando el nombre de la lápida que se alzaba frente a él. Esta se desvaneció y cayó en una profunda y agobiante oscuridad, ningún sonido se reproducía junto a él, era capaz de ver su cuerpo, pero todo lo demás era negro.

Holding Your HandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora