Amigos

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Abrió los ojos despacio. La luz del sol entraba en la habitación iluminando ligeramente la estancia de una forma suave y agradable. Se levantó despacio, rozando con la punta de sus pies el frío suelo y notando como su piel se erizaba casi al instante.

El ruido de la puerta abriéndose llamó su atención y de inmediato sus ojos se pegaron al profundo azul de Louis. Un azul brillante, intenso, precioso.

- Buenos días rizado - saludó sonriente.

Sus comisuras se curvaron hacia arriba al ver como se acercaba a él con paso calmado. Permitió que un pequeño bostezo escapara de su boca entrecerrando sus ojos, y cuando volvió a abrirlos, el rostro de Louis era más cercano.

- Buenos días - susurró con voz ronca.

- Te he traído el desayuno - dijo Louis señalando la bandeja que sujetaba entre sus manos y de la cual Harry no se había percatado - Prometo que su sabor es mejor de lo que parece.

Harry soltó una bonita carcajada al ver las quemadas tostadas que adornaban el plato de porcelana junto a los envases de mermelada y mantequilla. El vaso de zumo relucía orgulloso junto a ellas, como si quisiera comparar su perfecto estado con el negro del pan. Louis lo miraba en espera de un comentario por su parte y Harry volvió a fijar sus ojos en él antes de hablar.

- ¿Las has hecho tú? - Louis asintió.

- La cocina ya había cerrado y me dijeron que si quería comer, tendría que hacerme yo el desayuno.

- Espero que tus tostadas estuvieran mejor que las mías - dijo entre risas mientras agarraba la bandeja y la depositaba sobre las sábanas de la cama.

- En realidad, sólo quedaban esas y pensé que tendrías hambre.

- ¿No has desayunado? - la voz de Harry sonaba sorprendida, incapaz de creer un gesto tan amable por parte de Louis, y menos hacía él.

- No pasa nada por no desayunar un día - comentó molesto notando la incredulidad en las palabras del menor.

Harry notó su malestar y dibujó una sonrisa tranquila en su rostro mientras alzaba las manos hacia Louis. El castaño lo miraba sin comprender, siguiendo con sus ojos azules los pequeños dedos de Harry agarrando los suyos y tirando hacia él. Permitió que el pequeño lo obligara a sentarse a su lado sobre el cómodo colchón.

Desde allí podía observar como la luz del día entraba en el cuarto chocando directamente con el verde esmeralda de Harry. Su color se intensificaba, Louis se perdía entre sus diferentes tonalidades, envuelto tan solo por el brillo y el tono de aquellos orbes que le devolvían la mirada.

- Juguemos a un juego - sugirió Harry agarrando una de las tostadas - Yo te haré una pregunta, y tú deberás contestarla con la verdad y solo con la verdad. Si creo que mientes, te restregaré la mermelada por la cara.

- Pero eso no es justo - se quejó Louis con un fingido tono de voz - No creerías nada de lo que digo ni aunque tú vida dependiese de ello.

- Cierto, pero trataré de hacerlo.

La expresión en el rostro de Harry era inocente, dócil, ilusionada. Sus ojos brillaban caprichosos y sus hoyuelos se intensificaban sobre sus mejillas en el final de una suave sonrisa. Los rizos de su oscuro cabello se revolvían de forma desordenada, dando un aspecto a Harry tranquilo, envuelto en la chaqueta que el castaño le dejó la noche anterior. Quizás por eso Louis accedió sin decir nada más.

- Bien, primera pregunta. ¿Te crees superior a los demás? - preguntó examinando con sus verdes ojos la expresión ofendida de Louis.

- No me creo superior, soy superior - comentó adornando su expresión con una divertida sonrisa.

Holding Your HandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora