2011
Harry sabía que nunca conseguiría olvidar aquella mañana de diciembre.
Consiguió separarse de las sábanas de su cómoda cama, aquella que había estado con él desde que apenas sabía hablar, ocupando casi todo el espacio de su pequeña habitación. El olor familiar de su hogar se pegó a su ya viejo pijama — el cual nunca tiraría por muy malo que fuese su estado, pues continuaba siendo igual de abrigado y cómodo — y deleitó el olfato de Harry acompañado del dulce aroma a chocolate caliente.
Sus finas piernas se movieron con rapidez, incapaz de controlarlas y saltando dos, tres, incluso cuatro escalones hasta encontrarse en la planta baja de la vivienda. Corrió hasta la cocina casi aguantando la respiración y la imagen ante él hizo que su corazón se agrandara de alegría y amor, observando en silencio como su madre, envuelta en un bonito delantal navideño, servía el chocolate caliente en cuatro diferentes cuencos de colores. Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro mientras se acercaba a ella, depositando un cariñoso beso en su mejilla a modo de saludo.
- Buenos días - susurró con voz cálida.
- Buenos días Harry, ¿has pasado buena noche?
Harry asintió tomando asiento en la pequeña mesa de madera de la cocina, apoyando su rostro en sus manos y observando a su madre con ojos brillantes.
- Hacía mucho que no dormía así de bien - confesó agarrando el cuenco que Anne le tendía - Y el despertar no podría ser mejor.
Vio como su madre plasmaba una sonrisa satisfecha en su rostro, apenas visible pero incapaz de pasar inadvertida para los curiosos ojos de Harry.
- Dormir en casa después de mucho tiempo fuera es una sensación incomparable a cualquier otra - musitó Anne -, pero eso es algo que ya aprenderás cuando seas mayor.
Harry asintió, de acuerdo con sus palabras, pero en cuanto su madre se giró dándole la espalda, todo rastro de su expresión inocente desapareció al tomar una gran cucharada de chocolate caliente sin esperar a que el resto si quiera hiciera acto de presencia en la cocina. No hizo falta que Anne lo mirara para saber que se había quemado con la caliente bebida al escuchar sus quejidos en voz baja, igual que tampoco necesitó observar el rostro del rizado para saber que sus mejillas se encontraban de un color rojo intenso, debido a la vergüenza de haber sido descubierto.
- Cuidado - comentó divertida, aún sin girarse -, está demasiado caliente.
- Sí, he podido comprobarlo.
- Quizás si hubieras esperado no te habrías quemado, eres un maldito impaciente.
Una voz joven femenina interrumpió en la habitación, con un ligero tono de reproche que se veía parcialmente opacado por la diversión que sentía al ver a Harry quemarse con el chocolate.
- Y un mal educado - completó tomando asiento junto al rizado.
- Cállate Gemma, ni si quiera sabes si lo he probado.
- No hace falta ser muy lista para darse cuenta hermanito.
Harry dibujó una mueca de enfado, formando un puchero y cruzando sus brazos frente a su pecho mientras Gemma le revolvía el pelo cariñosamente.
No importaban los años que pasaran, el tiempo que estuviesen separados o los días que no supieran el uno del otro, Harry y Gemma conservaban su relación intacta, igual que cuando eran pequeños, siempre tan cercana y cálida. Recordaban la facilidad que Gemma tenía para enfadar a Harry, siempre causando la misma reacción en el pequeño, quien hacia un mohín mientras entrecruzaba sus brazos y adoptaba un brillo inocente en sus verdes ojos, tratando de ganarse la compasión de su madre. Anne sonreía divertida, acariciando su rizado cabello y depositando un dulce beso en las mejillas de sus dos hijos. Aquella familia era envidia de muchos ojos, superviviente de malos tratos, fuerte y sana, llena por completo de un amor cálido e intenso que no dudaban en expresar cada vez que podían.
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Holding Your Hand
FanficLouis y Harry viven de recuerdos que crearon en un pasado, uniéndose sus caminos tras casi tres años separados. Tres años que Louis protegió a Harry desde las sombras, tres años que Harry vivió sin la verdad. Una leve mirada a través de una calle va...