4.- ¿Por qué siempre sucede en los baños?

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—¿Estás bien? Te ves cansado

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—¿Estás bien? Te ves cansado.

Hay eco. La voz de esta chica me retumba en la cabeza. Hay neblina, también. No distingo bien quiénes son estas personas, pero quiero saberlo. Necesito saberlo. Así que me acerco con cautela, aunque lo suficiente como para entrar en su campo visual. Deberían voltear, pero no lo hacen. Es como si no me pudieran ver, lo cual nunca suele ocurrir. ¿A quién engañamos? Raramente paso desapercibido en donde sea que vaya, para bien o para mal.

—Sí, no dormí muy bien, pero no es nada —contesta una voz masculina.

Los rodeo. Intento reconocer los rostros. Son cuatro. Dos chicos. Dos chicas. De momento, sus facciones me parecen borrosas. Entrecierro los ojos. Miro a mi alrededor. Este es un pasillo, pero no me parece reconocible. La luz del lugar es tenue y entre la poca iluminación y esta neblina no es mucho lo que logro distinguir. Lo único que logro identificar, más allá de estas cuatro personas frente a mí, es una puerta color café claro. Nada más. Como si acaso estos detalles de mierda fueran suficientes.

La neblina se espesa. El suelo bajo mis pies comienza a desaparecer.

Está ocurriendo de nuevo.

—¿Tuviste pesadillas? —la chica que ha hablado antes insiste. Su rostro se aclara y logro al fin distinguir cómo luce. Tiene los labios maquillados de color rosa y unas pestañas largas. Está viendo atenta al muchacho frente a ella, ese que dice que no durmió bien.

El muchacho le responde.

—Eh, sí, se podría decir que sí.

Bajo la mirada. Miro el reloj en mi muñeca. Es 7 de septiembre y son las 8.17AM.

7 de septiembre. 8.17 AM.

7 de septiembre. 8.17 AM.

Camino otro poco hasta quedar frente al muchacho. Su rostro aún parece difuminado, así que sacudo mi mano frente a su cara, como si quisiera quitarle la neblina del rostro. Él sigue hablando como si nada. No me siente. No sabe que estoy acá.

—Cuando vuelva a casa podré descansar un poco mejor —dice él. En efecto, suena cansado.

Saco mi mano del frente de su cara. Tengo la esperanza de que sus facciones sean más claras ahora. Y sí, su rostro es nítido y me estoy arrepintiendo de haberme detenido en esta escena.

Reconozco todo.

Su boca. Su nariz. Sus ojos.

Conozco este rostro perfectamente bien y no es ningún placer soñarlo.

No de nuevo.

Retrocedo. Quiero despertar. Necesito despertar. Esta es la tercera vez en menos de dos semanas que lo sueño y ya estoy harto. No quiero saber nada más de él ni de su tonta vida. No me interesa. Hace años que me dejó de importar.

〈 La Habitación Blanca 〉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora