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Mis dos semanas en Brighton distaron en realidad de ser lo que esperaba

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Mis dos semanas en Brighton distaron en realidad de ser lo que esperaba. No me estoy quejando, pero quería encontrar algo de paz y convengamos en que eso fue lo que menos tuve. Me tomó trabajo dejar de pensar en el sueño tan vívido que tuve sobre el accidente en autobús, por días estuve sin encontrar explicación a cómo Ligeri y Arlette consiguieron llegar a Corea en tan poco tiempo y, cuando al fin me explicaron lo que en realidad había sucedido, me desmayé y no desperté por al menos dos horas.

Es que... a ver, ¿cómo mierda no me iba a desmayar?

Resulta que mi familia ya sabía al respecto. Me dijeron que era verdad, pero por días pensé que era una broma, o que me había vuelto loco, o que estaba soñando. No quise creer en ninguna de las demostraciones de 'magia' que hicieron. Tampoco le quise creer a Liz y a Danielle, que me dijeron encantadas que ellas también eran de ese mundo y que se habían conocido todos en ese internado raro al que van a estudiar. Realmente creí que todo era una gran tontería, una gran mentira, hasta que Viktor me llevó de un brazo a su aviario y ahí no me quedó más remedio que tragarme todo lo que decían.

Jamás había visto pájaros tan grandes, tan terroríficos y al mismo tiempo tan hermosos. Había aves mitológicas de las que sólo había escuchado en historias y de las que se habla en mitos de siglos antes de Cristo. Y luego, cuando Castiel me mostró esa serpiente de diez metros a la que le hablaba en susurros, juro que casi me morí de un infarto.

—Este es Eridan —dijo, acariciando la cabeza del monstruo al que trataba como si fuera un gatito—. Mi basilisco. No debes mirarlo a los ojos o te matará en el acto. Me obedece a mí, y también a Haydn, pero principalmente a mí.

El 'basilisco' tuvo los ojos cerrados en todo momento, por suerte. Nadie allí parecía aterrado por su presencia, o bueno, al menos no los chicos. Arlette y Ligeri guardaban una distancia bastante respetuosa de ese... animal.

Fue tanta la impresión de esos días que no pude evitar descargarme dibujando todos los animales que me mostraron. Pregunté si estaba mal que alguien más viera mis dibujos, pero ellos dijeron que no tenían problemas, pues muchos muggles dibujaban seres mitológicos sin saber en realidad que estos correspondían a criaturas reales del mundo de ellos.

Fueron días muy raros, pero eventualmente les creí todo y me pareció fascinante. ¿Le contaría a alguien? Por supuesto que no. Pensarían que perdí la cabeza y quizá hasta me internen, así que lo que más me conviene es mantener cerrada la boca. Lo bueno es que al menos ya tengo qué presentar en la exposición: llevaré esa pintura en acuarela de la Abadía de Westminster que tanto le gustó a SangCheol, y las pinturas en acrílico que hice del alicanto de Viktor y el basilisco de Castiel. Tengo varios bosquejos más de muchas criaturas que me mostraron; son simplemente fascinantes, pero esas las dejaré para el futuro, cuando vaya mejorando mis técnicas y encuentre muchos mejores motivos para lucirlas.

Me hubiese quedado por más tiempo en Inglaterra sólo para aprender más de lo que los chicos tenían para decirme, pero pronto tengo que comenzar las clases en la universidad una vez más. Sinceramente ahora me siento muy poco especial luego de todo lo que vi, pero ellos me dijeron que yo tenía un don que no muchos magos y brujas tienen: la clarividencia. Eso fue un consuelo, creo, pero en verdad me gustaría tener la habilidad de hacerme invisible o, por último, hacer levitar cosas con un palito.

〈 La Habitación Blanca 〉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora