CAPÍTULO 6

139 16 5
                                        


-¿¡Tú ves normal que no me hayas mandado ni un solo mensaje para decirme que habías llegado bien!?

Así era ella. Podía pasarse días sin volver a casa, incluso sin llamarme, pero cuando era al revés todo cambiaba. Parecía incluso preocupada, pero ambas sabíamos que ese papel la quedaba muy grande.

Antes de contestarla me disculpe con Cat y salí al pasillo. No me importaba mucho su opinión, pero no quería que se llevará una peor impresión mía, al fin y al cabo, tendríamos que convivir este año juntas.

-Mamá por favor, hace nada que acabo de llegar a la residencia. No he tenido ni tiempo de coger el teléfono. Además, he tenido unos problemas con la residencia... ¿no sabrás tu algo sobre eso no?

Se hizo el silencio. Por un momento pensé que se había cortado, pero la estaba escuchando respirar.

-¿Cómo has podido hacerme esto? Sabías que quería estar sola, nunca te he pedido nada, simplemente que respetaras mi decisión y no has sido capaz de hacerlo.

-Hija, lo siento muchísimo, pero no podía dejarte hacer eso. Con tu edad yo también compartí habitación en la universidad y fueron los mejores años de mi vida.

-También conociste a papá en la universidad y mira para lo que te ha servido, para estar toda tu vida sola.

Me había pasado, lo tengo bastante claro. Pero lo que me acababa de hacer y encima a mis espaldas, me había fastidiado todos mis planes. Tan solo quería una vida tranquila. Estudiar, tener una carrera y después, cuando tuviera un trabajo, tendría tiempo para todo lo demás. Lo principal era mi futuro, pero ella no podía haberse mantenido al margen.

-Estás dolida y por eso pienso pasar por alto lo que me has dicho, porque está claro que con esas palabras solo pretendías hacerme sentir lo mismo que sientes tú ahora. No seas tan injusta conmigo y piensa que todo lo que hago es por tu bien.

Por mi bien. Ya claro.

-No tienes ni idea lo que es hacer las cosas por el bien de otros y no por el tuyo propio; siempre dices lo mismo, que haces todo por mí, pero basta ya. Deja de utilizarme como excusa. Ya no estoy allí para que sigas haciéndolo. Las dos sabíamos cuál era el problema, y lo he respetado todos estos años. Es hora de que empieces a superarlo.

Sí, acababa de explotar. Cuando decidí venir a los Ángeles pensé que todo podría encauzarse de nuevo. No solo había perdido a mi padre, sino que también había perdido a mi madre. Nunca se lo había reprochado.

Teníamos vidas muy diferentes y lo único que compartíamos era la sangre.

Por el amor de Dios, había semanas que no sabía ni donde estaba. ¿Qué clase de madre se va sin decir nada y luego aparece como si no hubiera pasado nada?

Siempre era la misma excusa, hasta que me canse de oírla y directamente ya ni preguntaba.

"-Todo lo que hago es por ti hija, trabajo muy duro para poder darte todo así que deja de llorar y vete a estudiar"

Esas palabras... como dolía cada vez que las recordaba. Tenía dieciséis años, llevaba cinco días sola y era la primera vez que me dejaba tanto tiempo sin ni siquiera dejar una nota. Al quitar los platos después de comer, se me cayó uno. Al recogerlos me clave un cristal en la mano y empecé a sangrar. Me asuste muchísimo, por esa época veía muchas series de médicos y pensaba que me tendrían que amputar la mano. Siempre he sido muy exagerada pero, joder, como dolía el dichoso cristal. La llame corriendo deseando que esta vez sí me cogiera el teléfono, y vaya si lo hizo.

"Vuelve a casa por favor"

Fue lo único que me salió. Después, me contestó y colgó. Ni siquiera pude decirle que tenía un cristal clavado. Sus palabras fueron muy tajantes, como las mías ahora.

Imagino que no sabía ni que contestar, porque no volvió a decir nada.

-Será mejor que me llames otro día, tengo que deshacer las maletas e instalarme. Adiós mamá.

-Adiós hija.

Estaba claro que está conversación no había acabado, pero era absurdo seguir discutiendo por algo que ya estaba hecho.

EUNONIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora