El funeral se realizó pocos días después. Fue un evento por todo lo alto y acudió muchísima gente. Ni a mamá pe quedaban lágrimas,ni a mi palabras.
Desde el instante en el que le vi desaparecer entre la tierra supe que toda mi vida volvería a cambiar.
Mentiría si dijera que fue fácil, aunque yo sola intentaba animarme diciéndome que no sería tan diferente a como siempre había sido en realidad. Había pasado más tiempo sin él que con él, pero a pesar de eso y aunque me doliera admitirlo me reconfortaba saber que él estaba en alguna parte y que en cualquier momento volvería. Ahora eso ya no sería posible.
Con el tiempo, aprendí a quedarme con los momentos que habíamos vivido juntos, que por muy pocos que fuesen, habían sido muy bonitos.
Aprendí a perdonarle, pero mamá no fue capaz.
Comenzó a dejar de aparecer tanto por casa. Se centró completamente en su trabajo y casi se olvidó hasta de vivir.
Decía que era para darme un buen futuro, pero ambas sabíamos que era incapaz de soportar los recuerdos que, tanto la casa como yo, la traíamos.
Mi adolescencia fue diferente a la de muchos otros. La única motivación que tenía en el instituto era acabarlo sin llamar la atención y conseguir las mejores notas para así poder optar a una beca en alguna universidad que consiguiera sacarme de esta ciudad.
Me concentraba en eso. El dinero nunca había sido una necesidad en mi familia, pero me reconfortaba saber que podía conseguirlo con mi esfuerzo, sin la necesidad de que nadie me diera un empujón más allá de lo necesario.
En esos años mi vida se basó en estudiar.
No tenía amigos más allá de las personas con las que me sentaba en clase. Más que amigos, tenía compañeros. Me contaban a todas las fiestas a las que habían ido o que pensaban en ir. Las chicas hablaban sobre chicos y los chicos hablaban sobre ellas. Se notaban las miles de hormonas que flotaban en el aire de aquel instituto.
Esa vida no me llamaba la atención y eso parecía preocuparles, pero después de pedirme millones de explicaciones, se daban por rendidos y asumían mis palabras.
Exclusivamente fui a la fiesta de graduación.
Lo había conseguido, después de todo me había graduado con honores y las universidades estaban encantadas con mi solicitud de acceso.
Hacía muchísimo tiempo que no había visto a mi madre sonreír, pero cuando el director Steve pronunció mi nombre ya no pudo contener sus lágrimas. Aplaudía y lloraba al mismo tiempo y todo porque estaba orgullosa de mí.
Yo también lo estaba, y mucho.
No veía la hora de que acabara el verano para poder comenzar con mi nueva vida, aunque eso supusiera alejarme de él, y de esa casa que era el único recuerdo suyo que me quedaba.
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EUNONIA
Novela JuvenilAlgunas personas piensan que el futuro ya está escrito, da igual lo que hagas, lo que digas, las decisiones que tomes, todo pasa por algo. Quizás porque es necesario o porque es el momento. Al principio duele, notas que cada día estas más muerto, cu...