El Último Poema

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Parte final de esta tortuosa saga.

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El Último Poema

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Lincoln estaba desesperado. El brillo en los elementos del pentagrama le hicieron saber que estaba en un punto culmine; más cerca de lo que recordaba estar de su hermana Lucy desde que esa pesadilla había comenzado. Pero, desgraciadamente, no sabía qué hacer.

Al momento de pincharse accidentalmente el dedo, había sacudido la mano y su sangre ahora, cubría con ínfimas gotas la madera, el objeto de oro y el objeto de plata; fue entonces cuando la temperatura del ático bajó de súbito y el brillo verdoso se hizo más fuerte.

Podía ver incluso su propio aliento reflejado.

Algo había cambiado en el entorno y podía percibirlo, sin embargo, Lucy le había dicho que no lo hiciera, que no derramara sangre, si no que destruyera el pentagrama; por lo que después de un momento de duda decidió hacerle caso a ella, pidiendo mentalmente perdón a su hermana Lana.

Se puso de pie e insistentemente comenzó a buscar con que hacer trizas o rayar la madera. Su corazón latía muy fuerte entre el miedo y la agitación. La ansiedad era tal, que le estaba provocando una especie de sofocamiento.

Buscó torpemente, revisó, tiró gabinetes, pero no podía encontrar en ningún lado un objeto contundente o filoso suficiente para generar daño a la madera. Era curioso por que recordaba varios en el ático, pero justo ahora, era como si hubiesen desaparecido.

Se dirigía a un viejo baúl para buscar un martillo que recordaba haber visto, cuando una voz en su cabeza surgió de pronto. Era tan seseante que le lastimaba.

Pide tu deseo...

Se llevó las manos a la cabeza.

Pide tu deseo, ahora...

Volteó a ver el pentagrama y se dio cuenta que este brillaba con mayor fuerza, los objetos dentro comenzaron a vibrar de una forma espantosa.

Asómate al pentagrama...como si fuese a un abismo...y pide tu deseo...cualquiera y lo cumpliré...

El corazón del chico le dolió, se llevó una mano al pecho a la vez que la presión en la garganta fue tal que sentía le explotaría. Su respiración se le comenzó a entrecortar.

Sacudió la cabeza y continuó con la búsqueda de cualquier herramienta que pudiera servirle.

La suerte del duende irlandés...el don del Rey Midas...cualquier cosa...solo pídela...

-¡No!- Exclamó.- Lucy no quería que esto pasara.-

-Lincoln, ¿Qué pasa allá arriba? ¿Qué es esa luz?.- Se escuchó escaleras abajo. Era Rita. -¡Abre la puerta! ¿Por qué le pusiste candado?-

La ansiedad del chico aumento al escuchar las palabras de su madre. Seguía sin encontrar nada con que romper el pentagrama.

-¡Lincoln! ¡Abre ahora que no estoy para juegos!- Se escucharon golpes contra la puerta del ático. La luz del pentagrama comenzó a chispear provocando sombras proyectadas en las paredes, sombras que parecían danzar de formas macabras. Se comenzaron a escuchar murmullos extraños.

Lincoln fue presa del miedo; los golpes en la puerta, la luz, los gritos de su madre y la incapacidad encontrar nada que le ayudase.

Que es lo que quieres, Lincoln... - Se escuchó de nuevo y el chico se fue de rodillas quedando frente al pentagrama, se cubrió los oídos.

Una de LoudsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora