Panty-monium III

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Cuando hice el primer Panty-monium, jamás, en serio JAMÁS pensé en hacer una segunda y menos tercera parte. 

Que puedo decir, hay cosas que simplemente no controlas. 

Esto es:


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- Pantymonuim III -

"Y cuando despertó, el suspensorio aun seguía allí."

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Sus miradas se cruzaron de pronto.

Como en una película del viejo oeste, quedaron frente a frente, a una distancia de unos cinco metros, manteniéndose inmóviles ante la intensidad del intercambio visual; impávidos, silentes.

El viento arrastró algunas hojas secas que se movieron entre ellos; el pasto hizo un sonido como de murmullo. Tanto para él, como para ella, en esa tarde cualquier cosa podría pasar.

Literalmente, cualquier cosa.

-¿Lo traes contigo?- Dijo por fin Lynn Jr. con seriedad.

-Sí, Lynn, está en mi bolsillo.- Respondió Clyde.

-Bien, sácalo con cuidado y aviéntalo hacía mí. -

-No va a llegar hasta allá, Lynn.-

-¡No importa! Solo has lo que te digo.-

-Bien.- Contestó el chico y sacó de su bolsillo derecho, el suspensorio de la discordia. Lynn notó de inmediato que el chico tomaba la prenda de la parte central con toda la palma, a lo cual nuevamente se le vino un ataque de vergüenza.

-¡No lo agarres del centro!- Dijo ruborizada.

Efectivamente el chico se dio cuenta que tomaba la prenda totalmente del triángulo central, igual se sonrojó un poco y la tomó por una de los elásticos.

-Lo siento, je, je.-

-Eres un pervertido.-Espetó Lynn.

Clyde decidió defenderse. -Lynn, por más que pueda parecer así, yo no tengo la culpa de esto. Tu frotaste el suspensorio en mi cara y me lo arrojaste para luego desaparecer.-

-Eso es porque no supe cómo reaccionar hacía tus raros fetiches.-

-¡¿Mis raros fetiches?! ¡Tú me frotaste esa cosa en la cara!-

-¡Porque se supone que pedirías piedad! ¡En vez de eso te pusiste a olisquearla a gusto!-

-¿Fue mi culpa?-

-Pervertido.-

-Que no lo soy.-

-Ajá, ¿Y el panty de Lori? ¿Esa llegó mágicamente a tu bolsillo?-

-Eso es otro cuento, ella YA ME PERDONO. Y tu ayer me sacaste el aire de un puñetazo y me sometiste al suelo con una rodilla en mi esternón.-

-Más te merecías después de lo que hiciste. Además, encima de que olisqueaste mi suspensorio descaradamente, dijiste eso de que... de que yo... huelo lindo...- A Lynn se le calentaron las orejas de pena. Pero no se daría por vencida. No ante Clyde.

-¿¿Y qué tiene de malo que diga que hueles bien??-

-¡Por qué no estás hablando de como huele mi blusa, pervertido! ¡Si no de mi suspensorio! -

Una de LoudsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora