Un Ovillo de Lana

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No he tenido inspiración. A ver si con esto regreso por fin a terminar lo que tengo a medias. Saludos a todos.

***

Lana estaba enferma.

La pequeña gemela no podía siquiera ponerse de pie sin que un dolor penetrante le punzara las piernas, llevándola irremediablemente a tierra. Se desmadejaba como muñeca de trapo en cuanto intentaba salir de la cama; el sonido chocante de su caída simulaba al del agua golpeando el concreto. Sin embargo, el dolor no tenía comparación al horrible sentimiento de desesperación que le provocaba el no poder levantarse.

Cuando la caída ocurría, el sonido del choque del cuerpo de inmediato alertaba a alguien, debido a que nunca estaba sola. Entonces se volvía aún peor cuando ese "alguien" llegaba a levantarla, la recostaba, la tapaba, abrazaba, regañaba, advertía y le decía demasiadas cosas que se sentían como diluidas en ningún lado; como parte de un mundo del otro lado del espejo, donde ella solo podía mirar.

Odiaba, sobre todo, las lágrimas contenidas en los ojos; siempre acompañadas de sonrisas mentirosas, de voces quebradas, de un mundo que desconocía y que, según su entender, no conocería jamás. La vida que era tan simple, había desaparecido. Lana ya no se encontraba a sí misma y detestaba eso; pues, no entendía ¿Cómo sus pequeñas piernas, que siempre habían sido fuertes, ahora no lo eran?

Ella que, apenas unos meses atrás, podía atrapar en una persecución a su perro, Charles.

Al no entenderlo, su mente no daba cabida a otra idea que no fuera ponerse de pie, no dejaría de intentarlo por más que sus padres y hermanos le rogaran que no lo hiciera, alegando que sólo se lastimaba más. Estaba convencida de que, si quería, podía ¿cómo no? No importa lo que el tonto doctor dijera. Pero la verdad es que no podía siquiera girar en su cama sin sentir la cadera desquebrajarse y las punzadas en brazos y piernas, eran peor que las agujas de las enfermeras.

Obviamente, no podía ir al baño sola, y desde lo profundo de su infancia se abría un universo de preguntas donde la mas potente era un latido constante:

"¿Por qué?"

"¿Por qué me cuesta respirar?" "¿Por qué me duele ...todo?"

***

El todo, comenzó con un resfrío, situación normal en donde aquel que pescase la gripe; le consentían un rato, le daban la comida que quisiera y en unos días estaba de nuevo sano y listo para seguir la vida. La vida normal.

Sin embargo, esta vez, no fue así. Y con el viento meciendo las cortinas recordó que cuando su resfrío pasó, las piernas se le hicieron de plomo.

Al inicio no quiso decir nada, los demás apenas notaron algún cambio (Lynn le había dicho que estaba "lenta") y ella simplemente fingió demencia esforzándose por correr, por brincar, por trepar el árbol. Luchó contra ese peso muerto que, eventualmente, no hizo más que aumentar.

Luego vino la primera punzada; la recordaba justo arriba del muslo seguida de otra en alguna parte de su cadera. Era como una aguja al rojo vivo enterrada en su carne.

Fue un día cualquiera, pongamos martes, cuando simplemente pegó un grito y se desplomó a un costado de su madre quien venía de hacer la despensa de la casa. Rita se asustó mucho cuando escuchó a la niña, pero el ver la forma en que cayó la aterró, fue como ver a una marioneta desparramarse.

-¡Lana!- Había gritado dejando caer dos bolsas de papel con compras para atender a su pequeña, se pasmó al verla allí, en el suelo tirada e inmóvil mientras el rostro de la niña comenzaba a soltar gruesas lágrimas.

Una de LoudsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora