God's War

Capítulo 39: Luna Sangrienta (Parte 5)

(Punto de vista de Carmilla)

Imperdonable.

¿Cómo se atreven estos insectos a humillarme tantísimas veces?.

Primero, ese gusano me estrelló contra el suelo y me inmovilizó con una magia extraña, y luego convirtió mi brazo derecho en una escultura de hielo.

Y ahora, esa simple humana se ha atrevido a clavarme una flecha en la espalda, dañando mi ala y haciéndome caer por segunda vez.

Por si fuera poco, esa perra que está en el suelo inconsciente le había robado los poderes a mi hermano y los había usado para golpearme....

Cada vez que intentaba matar a uno de estos insectos, siempre aparecía otro para ponerse en medio e impedírmelo.

Hasta ahora, había estado evitando usar mi carta de triunfo en unos seres indignos como ellos.

Sería como tratar de matar a unas simples moscas con una bomba nuclear. Un desperdicio total de recursos.

Pero ya no puedo aguantar esto más, ¡Los mataré a todos aquí y ahora!

—''¡[Crimsom Kaiserin]!''.

De pronto, toda la sangre que se había desperdigado por la selva a lo largo de nuestras peleas, incluyendo mi propia sangre, comenzó a rodearme y orbitar a mi alrededor.

Después, esa misma sangre se convirtió en una armadura roja que se ajustó perfectamente a mi cuerpo, y otra parte se convirtió en una enorme espada de más de dos metros, que sostuve fácilmente con la única mano que me quedaba.

El chico de los dragones parecía preocupado al ver esto, mientras que la chica pelirroja disimulaba su nerviosismo con una sonrisa confiada.

Se acabaron los juegos... ¡Ahora les enseñaré a esos insectos el enorme abismo de poder que nos separa!

Sin perder más tiempo, me lancé directa a por ese maldito gusano que me había estado molestando desde el principio.

A pesar de que mi velocidad excedía con creces la suya, él se las arregló de alguna manera para crear una espada y frenar mi ataque en el último segundo.

—''¿¡Qué pasa!? ¿¡De verdad creías que podrías pararme solo con eso!?''.

—''¡Ñgggg!''.

Sin embargo, ese gusano apenas era capaz de aguantar el pulso entre nuestras espadas.

Si creía que podía ganarme en pura fuerza física solo por mi aspecto, estaba muy equivocado.

Muchos antes de él han cometido el error de pensar: "Es solo una niña, yo puedo con ella".

Todos y cada uno de los que se han atrevido a menospreciarme de esa manera han acabado muertos.

Y no pienso hacer de este día una excepción.

Pero, cuando estaba a punto de dar el empujón final para cortar a ese gusano, unas flechas llegaron desde mi flanco derecho.

Esa maldita cucaracha debía de haberse escondido en la selva aprovechando mi pelea contra el gusano.

Pero ya esperaba algo como eso.

Usé el impulso de nuestro duelo de espadas para saltar por el aire hacia atrás, esquivando fácilmente las flechas.

Sin embargo, cuando pensé que había evitado completamente su ataque, pude ver cómo ese gusano lanzaba su aliento de hielo hacia mí.