Capítulo 40: Luna Sangrienta (Final)

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(Punto de vista de Daniel)


De nuevo, estaba en el espacio interior de mi alma, acurrucado en una esquina.

Por supuesto, esta vez entendí lo que estaba pasando de inmediato. Al fin y al cabo, lo había hecho a propósito.

Si un dragón cromático quería despertar, le prestaría gustosamente mi cuerpo para acabar con Carmilla.

De hecho, lo último que hice antes de perder el control fue tomarme el contenido completo de la poción de Eir que Nicole me había traído.

De ese modo, se anularía por completo el cansancio de mi cuerpo durante un tiempo, permitiéndome pelear nuevamente.

Eir me avisó de que no diera más de dos sorbos, ya que una cantidad mayor podía ser peligrosa.

Pero tampoco me importaba. Desde que había visto a Nicole y a Sindy morir delante de mí, ya no tenía motivos para luchar.

—''¡Qué estás haciendo! ¡No es el momento de autocompadecerse! ¡Tenemos que recuperar el control de tu cuerpo!''.

Ocre me regañó, pero no le presté la más mínima atención.

—''¡Entendemos tus sentimientos! ¡¿Pero de verdad piensas quedarte ahí sin hacer nada?!''.

Cobre se unió a la protesta, aunque lo ignoré del mismo modo que a Ocre.

Blanco por su parte me observaba atentamente, pero sin decir ni una sola palabra.

Al menos parecía que se había abstenido de burlarse de mí o molestarme en estos momentos.

De pronto, el dragón plateado se acercó hacia mí.

Él aún era demasiado nuevo, y no parecía entender del todo la situación, pero aun así quiso hablar conmigo.

—''Humano... Amabas a esas dos mujeres con todo tu corazón. Lo sé mejor que nadie, ya que ese sentimiento fue el que me despertó''.

Supongo que, en ese sentido, él podía entenderme mejor que los demás dragones.

Viendo mi falta de respuesta, él continuó hablando.

—''Pero al menos respóndeme a esto... ¿Qué querrían ellas que hicieras? ¿Estarían felices de verte tal y como estás ahora?''.

Aquello me dolió profundamente.

Por supuesto que a ellas no les gustaría ver cómo me rendía y le dejaba el control de mi cuerpo a un dragón malvado.

—''Pero ellas están muertas. No podrán ver nada de lo que haga''.

Esa fue mi patética respuesta.

Simplemente quería llorar. No tenía fuerzas para luchar por el control en estos momentos.

—''Ellas murieron para protegerte, ¿No es así? ¿De verdad dejarás que su muerte sea en vano?''.

Mierda.

Este dragón sabe realmente en qué lado de mi corazón golpear.

Supongo que por eso es el dragón al que se le asocia con el amor.

—''Nosotros te ayudaremos. Vamos, peleemos juntos contra ese cromático y recuperemos el control de tu cuerpo''.

Él extendió su enorme garra de dragón hacia mí, como si me estuviera ofreciendo su mano para levantarme.

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