La Terrazza

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-Hola Alessia- Dijo Rebeca al momento que abrí la puerta. Sus ojos relucían como las estrellas en el firmamento nocturno, su piel se veía radiante y sus rizos eran una sinfonía de ondas en constante movimiento. De pronto me regaló una sonrisa que parecía un himno a la armonía, ella acababa de invadir mi corazón con su belleza.

-Rebeca, llegaste justo a tiempo- Dije con una voz que delataba mi nerviosismo.

—¿Estás lista para irnos o prefieres que espere un poco más?- preguntó.

-No, está bien, podemos irnos ahora- respondí, mientras ella me abría la puerta del copiloto invitándome a subir a su coche.

Durante el camino hacia Ponte Vecchio, Rebeca me propuso ir a un lugar nuevo que acababa de abrir, un Roof Top llamado Bar La Terrazza. Me emocioné al escucharlo, pero al mismo tiempo, sentía un poco de nerviosismo. No sabía si estaba lista para mostrar mis verdaderos sentimientos por una mujer, pero algo en Rebeca me atraía demasiado como para resistirme.

La brisa fresca de Florencia me hacía sentir viva y llena de energía. A través de la ventana del coche, podía ver las calles estrechas y las antiguas casas con sus techos rojos y sus ventanas con persianas de madera. El sonido del agua del Arno que corría a nuestro lado me hipnotizaba con su melodía, era una sensación única un sonido que había escuchado miles de veces pero nunca dejaba de cautivarme. Las calles empezaron a ensancharse y las casas a hacerse más grandes, las tiendas y los restaurantes se multiplicaron a nuestro alrededor. Habíamos llegado a Ponte Vecchio, el puente más famoso de Florencia el cual estaba lleno de vida e historia.

Me hice consciente de lo nerviosa que estaba junto a ella, notaba como mis piernas temblaban y mi cuerpo casi se congelaba. El aroma dulce de su perfume se adueñaba de mí y me dejaba perder en mis pensamientos, atraída por el olor a jazmín con un toque de vainilla. Pronto caí en cuenta de mi ensoñación y decidí abrir un tema de conversación.

-Y, ¿qué estás estudiando, Rebeca?-logré decir al fin.

-¿En serio? ¿Cuántos años tienes?- Rebeca rio y buscó mis ojos, yo mantuve la mirada y mi corazón dio un brinco.

-No me lo vas a creer- dijo e hizo una pausa. -Tengo 28 años.

-¿En serio?

-Cambie de carrera dos veces antes de darme cuenta que Comunicación es lo que realmente me gusta, quiero dedicarme a la radio y televisión, es lo que más me disfruto y se me da bien- Dijo Rebeca emocionada -Tu estás estudiando fisioterapia ¿verdad Alessia?

-Si, ¿cómo supiste?-

-Te vi ayer en el edificio de la salud, un amigo mío conoce a uno de tus compañeros, por eso supe- dijo con una sonrisa - La verdad es que también he tratado de seguirte un poco la pista, después de verte ahí en la universidad quise saber más de ti, además no sabía si ibas a volver a hablarme- Sentí que mi cara se calentaba, me puse nerviosa ante su confesión y no supe qué decir. -Espero no haberte incomodado- dijo después de unos segundos de silencio.

-No para nada, es que... me puse nerviosa- Llevé mi mano a mi boca de los nervios dispuesta a morderme las uñas pero Rebeca interrumpió mi decisión, tomó mi mano y entrelazó sus dedos con los míos y nuestras miradas se cruzaron. Por mi mente pasó en un segundo el impulso de acercarme a ella y besarla pero me contuve, las cosquillas dentro de mí no cesaban, mi corazón no dejaba de latir con fuerza.

Durante el resto del trayecto en su coche, Rebeca y yo hablamos de nuestras edades y de nuestras vidas. Cuando llegamos a nuestro destino, Rebeca me ayudó a bajarme del coche, me tomó de la cintura por un momento y entramos juntas al lugar. 

Después de un par de tragos, los nervios se habían desvanecido, pero no mi enamoramiento

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Después de un par de tragos, los nervios se habían desvanecido, pero no mi enamoramiento. Nuestra conversación fluía con naturalidad, y parecía que nos conocíamos desde hace tiempo. Los minutos se iban y yo sentía que cada vez estaba más cerca de besarla. Mientras yo pedía otro trago y le insistía en que pidiera algo más para poder quedarnos allí, Rebeca apenas tocaba su copa de vino, negándose a tomar más para no conducir en estado de ebriedad. Insistí en que pidiera algo más y nos fuéramos en taxi, pero no pude persuadirla. Tomé otro Gin y salimos del lugar.

Al subir al coche, sin previo aviso, Rebeca tomó mi cara entre sus manos y juntó sus labios con los míos, un torrente de sensaciones recorrió mi cuerpo, y en ese momento, todo lo demás desapareció. Sus labios eran suaves y húmedos, su lengua se entrelazaba con la mía en una danza apasionada y el sabor dulce de su boca me embriagaba, mis manos empezaron a enloquecer en su cintura, intenté acercar su cuerpo al mío pero el espacio que había en el coche limitaba mis deseos. Me separé de ella todavía deseando más.

-Quédate esta noche conmigo por favor ¿si?- Me pidió a modo de súplica y yo sabiendo las consecuencias que tendría al hacer eso asentí con la cabeza.  

Mar de Agua VerdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora