La otra cara de la luna

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Estaba lloviendo muy fuerte y estaba sola en el mar sobre una lancha, el cielo se veía oscuro y las olas empezaron a formarse enormes, tenía miedo y entre más me asustaba mas grandes se hacían las olas, se veía como una tormenta perfecta, a lo lejos podía ver los relámpagos chocando contra el agua y haciendo que se produjera un remolino, de pronto la lancha chocó de costado con una ola y se volteó haciendo que cayera al agua, me estaba hundiendo, entre más profundo caía más frío sentía en mi cuerpo. Miré hacia arriba y pude distinguir un rayito de luz en la superficie, todo parecía más tranquilo, me estaba muriendo y lo sabía. -Zara, es solo un sueño- Escuche mientras caía. Estiré mi brazo, me tomó de la mano y empezó a jalarme hacia la superficie, no veía claramente quién era, solo podía sentir su mano. -No te preocupes ya estamos afuera- Era Alessia vi su cara y me sonrió, pero en un segundo se volvió fría y seria, su cara se convirtió en la de mi madre.

-¡¡Zara!!

-¡Noooo!- Me desperté gritando, Alessia estaba sentada en la cama junto a mí, había puesto su mano sobre mi frente empapada. Mire el cielo por la ventana todavía oscuro.

-¿Qué soñaste?- Me preguntó mi tía muy seria. 

-Mar, olas gigantes- le contesté asustada.

-¿En la tarde también soñaste mar?-

-¡Si!-

-¿Te caíste?-

-Si, ¿Cómo sabes?

-Zara, ¿qué te hicieron?, dime ¿quién te hizo daño?... no voy a decir nada te lo prometo- No pude contener el llanto y lloré con tanto sentimiento que me faltaba el aire, ella salió del cuarto y regreso con una caja de kleenex, me la ofreció y cuando me tranquilicé se acostó a mi lado y me abrazó.

 -Me voy a quedar aquí, si tienes miedo me despiertas-. Susurró. Yo miraba por la ventana abierta, observaba como el viento movía las cortinas, pensaba si decirle o no. Guardaba mi secreto porque sentía que era demasiado malo como para decirle a alguien, no podía confiar así de rápido, me daba miedo que me traicionara; sin embargo parecía que le importaba y al callármelo todo sentía que me ahogaba como en mis pesadillas y no podía seguir así. Empecé a contarle todo lo que pasaba en mi casa, como me trataban mis papás, ella me escuchaba en silencio, no podía casi distinguir su rostro en la oscuridad, pero escuchaba su respiración y eso me tranquilizaba, le conté que mi papá me había golpeado y finalmente lo que me había dicho mi mamá antes de irme.

-¿Tus papás hicieron eso?- Preguntó después de varios segundos de silencio.

-Si- Titubeé temerosa.

-¿Cómo empezó todo?- Ella seguía acostada junto a mí y sentí de pronto que rodeó mi cintura con su brazo.

-Mi mamá fue al doctor y volvió a la casa con una pila de pastillas. Cada semana traía cinco cajas, después dejó de tomarlas- hice una pausa para recordar claramente cómo habían sido las cosas- algo paso que empezó a ignorarme, cuando le hablaba no contestaba, parecía que estaba ida. Un día empezó a llorar en el piso decía que yo tenía celos de ella porque jamás podría conocer a alguien qué quisiera estar conmigo- 

Después de decir eso el silencio reino la habitación, sólo se podía escuchar el silbido de los grillos en el jardín.

-Eres una niña muy fuerte- Pero no te preocupes, ahora todo va a ser diferente, deja de soñar que te ahogas, tienes una vida por delante y si tu me necesitas voy a estar para ti siempre.- Me voltee para verla a los ojos y se me llenaron de lagrimas. -Debes ser valiente, te prometo que todo va a mejorar Zara-

Mar de Agua VerdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora