Abraham

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Al despertar pude ver el hermoso paisaje que tenía a mi alrededor, estaba rodeada de árboles nevados, parecía una pintura inmensa, era impresionante. Podría estar todo el día admirando la belleza de ese lugar, pero comenzaba a rugirme el estómago, me levanté de la cama y me metí al baño, abrí las puertecitas que estaban en el gabinete y encontré dentro de una canasta un juego de toallas para baño, así que decidí meterme a bañar.


 Podría estar todo el día admirando la belleza de ese lugar, pero comenzaba a rugirme el estómago, me levanté de la cama y me metí al baño, abrí las puertecitas que estaban en el gabinete y encontré dentro de una canasta un juego de toallas para b...

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Cuando salí escuché voces afuera, no quería estar un minuto más dentro de ese cuarto, tenía mucha curiosidad por conocer el resto de la casa y quería saber quién más estaba ahí a parte de Alessia. Comencé a abrir la puerta poco a poco temerosa, asomé mi cara y al ver que no había nadie cerca caminé de puntitas por el corredor, bajé las escaleras con delicadeza tratando de no hacer ningún ruido, me asomé por el borde del muro y vi a unos metros a Alessia recostada sobre las piernas de un hombre rubio que no alcanzaba a ver bien, pero desde donde estaba me parecía conocido, estaban en un sillón de piel que se veía muy cómodo, quería acercarme para ver mejor, pero mi cuerpo me lo impedía, algo dentro de mi me decía que me quedara donde estaba. Retrocedí un paso dispuesta a regresar a mi habitación, cuando torpemente tropecé con mi propio pie provocando un ruido estrepitoso, mi corazón dio un brinco. Por mi mente pasó regresar corriendo a mi habitación pero segundos más tarde el hombre rubio ya estaba frente a mí.

Me miró con unos ojos azules tan profundos y desorbitados que asustaban, me regaló una amplia y blanca sonrisa haciendo que su piel rojiza se percibiera más.

-¡He estado muy ansioso por verte!- Exclamó sorpresivo sin borrar su aterradora sonrisa. -Alessia no me dejará mentir, moría de ganas por que estuvieras por fin aquí, la vamos a pasar muy bien ya verás- Me levanté del piso un poco avergonzada y desorientada, Alessia que estaba unos pasos detrás de nosotros, me miraba atenta con una cara seria. -¡Prepárale su desayuno!- dijo después con un tono brusco dirigiéndose a mi tía y mirándola con agresividad. En ese momento sentí miedo, me alejé discretamente de él y me posé junto a mi tía. Segundos después se dio la vuelta y se retiró. Acababa de pasar por uno de los momentos más raros e incómodos, aquél hombre me había dado una mala impresión, parecía que no estaba en sus cinco sentidos. Seguí a Alessia a paso rápido por la planta baja mientras iba admirando la belleza del lugar, los pisos de caoba se veían hermosos y relucientes, los grandes ventanales de la casa permitían entrar la luz y al mismo tiempo dejaban ver un paisaje excepcional.

-Alessia.. Alessia.- decía una y otra vez,  pero ella simplemente me ignoraba, llegamos a la cocina y cerró la puerta con cautela, se acercó a mí, me tomó de la cintura y sentí un escalofrío.

-No podemos hablar ahora- me susurró al oido, se mantuvo cerca de mi rostro por unos segundos mirándome directamente a los ojos y provocando que mi corazón se acelerara, después desvió su mirada hacia el umbral de la puerta todavía cerrada y se separó rápidamente de mi.

Segundos mas tarde entró el hombre y nos miró con el ceño fruncido y la mandíbula apretada, se acercó a la mesa y se sentó en una silla.

-¿Qué quieres desayunar Zara?- me preguntó Alessia con una voz seria después de soltar un suspiro. Podía notar dolor en su rostro y su cuerpo se veía tenso.

-Lo que sea, ¿quieres que te ayude?-

-No, tu siéntate aquí conmigo- dijo Abraham mientras acercaba una silla junto a él.

-Abraham...- dijo Alessia con tono de súplica y su cara ensombrecida.

-Haz lo que te digo- dijo sin perder la vista de mis ojos, yo miré a Alessia buscando aprobación, ella asintió a regañadientes y me senté temerosa junto a él.

-¿Te acuerdas de mi?- Yo negué con la cabeza.

-Soy tu tío Abraham, - dijo con una sonrisa. - te conozco desde pequeña- Noté que mis manos empezaban a temblar, me sentía muy incómoda con su comportamiento, percibía que algo no estaba bien.

-N...no me acuerdo de ti- Titubeé. Tenía mucha inquietud de preguntarle qué estábamos haciendo en ese lugar, pero mi intuición me decía que era mejor permanecer callada.

Alessia continuó haciendo lo suyo y se volvía para mirarme de vez en cuando sonriéndome débilmente. Cuando terminó de preparar mi desayuno me lo acercó a la mesa y salió de la cocina, inmediatamente Abraham se levantó y la siguió. Comí lo más rápido que pude para ir corriendo a buscar a mi tía, recorrí toda la planta baja de la casa apresurada, pero no había ninguna señal de ellos dos, supuse que estaban arriba, pero después de abrir cada puerta y buscar en cada esquina de la casa supe que no estaban. Me metí confundida al cuarto donde había dormido la noche anterior. ¿A dónde podrían haber ido? Me parecía ilógico que estuvieran afuera porque ¿Quién querría salir con ese clima? estaba nevando mucho más fuerte que ayer y la temperatura había descendido bastante. Abrí el clóset de la habitación y encontré una maleta que supuse que era de Alessia, la puse sobre la cama y empecé a sacar todas sus cosas; no pude encontrar nada interesante, de hecho estaba casi vacía al parecer había sacado toda su ropa de ahí y la había acomodado en los cajones, al cerrar la maleta me di cuenta que tenía un cierre en la parte delantera, la abrí y pude sentir un botecito, lo saqué y leí la etiqueta,"Dicynone" -¿De qué está enferma Alessia?- Me pregunté.

Dejé sus cosas como estaban y salí del cuarto, bajé las escaleras y vi a Alessia acostada en un sillón con los ojos cerrados, me acerqué y me hinqué a su lado.

-¿Alessia, qué tienes, de qué estas enferma?- La veía pálida, puse mi mano en su frente y la sentí caliente. -Creo que tienes temperatura, hay que llevarte con un doctor- Ella negó con la cabeza todavía con los ojos cerrados. -Estas enferma, te estoy viendo, voy a buscar a Abraham.-

-No Zara,- Dijo con una voz débil -no lo busques, quédate conmigo.-

-Pero me preocupas, vi la medicina que tienes allá arriba...-

-¿Por qué esculcas mis cosas?- Preguntó con un tono tranquilo y suspiró. -No te preocupes, voy a estar bien güerita- Me miraba con una débil sonrisa.

-¡Pero dime qué tienes!-

-Solo tengo calentura- Fruncí el ceño. De pronto entró Abraham por la puerta principal, caminaba hacia nosotras con una mirada fría, entró a la sala y se paró junto a mí.

-Voy a llevarla arriba- Me hice a un lado y él la levantó. Me quedé inmóvil, viendo cómo se llevaba a Alessia en sus brazos. Empezaba a desconfiar de él, cada que Alessia estaba a punto de decirme algo importante aparecía con una cara seria, probablemente la estaba vigilando todo el tiempo, cada vez me sentía más lejos de entender que estaba haciendo yo en ese lugar.

Mar de Agua VerdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora