La pelea

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No sé cuánto tiempo estuve parada afuera tratando de reaccionar, pero cuando pude hacerlo olvidé por completo el miedo que sentía y entré corriendo a la casa a buscar a Alessia.

-¡Alessia!- Grité una y otra vez desesperada mientras corría por toda la planta baja,  pero no había respuesta alguna de ella, algunos cuadros estaban tirados en el piso rotos, me sentía tan asustada que a penas podía respirar. Subí corriendo las escaleras dispuesta a encontrarla; entré primero a su cuarto pero no estaba ahí, su cama estaba deshecha y había cosas tiradas por toda la habitación, mi corazón latía a alta velocidad, mi respiración se agitaba al mismo tiempo que la angustia incrementaba. -¡Alessia!- seguí gritando sin obtener respuesta, entré a mi cuarto desesperadamente y pude ver el cuerpo de mi tía, estaba de rodillas recargada entre la pared y la mesa de noche, pude notar que a penas se movía. Al acercarme vi que tenía un hematoma en su mejilla bastante grande. Mis lágrimas habían comenzado a empapar mi rostro de un profundo e inmenso dolor, me acerqué a ella cuidadosamente y cuando toqué su hombro abrió los ojos, los tenía inyectados en sangre, al parecer había estado inconsciente.

-Zara- dijo entre sollozos. Tomé a Alessia de la cintura, traté de levantarla con cuidado y la ayudé a acostarse en mi cama.

-Alessia ¿qué pasó?- Dije y al darme cuenta de que estaba bien la abracé y las dos comenzamos a llorar. -Me asustaste mucho, ¿Quién hizo esto?- 

-Eric... vino a buscarme... estaba muy asustado... fuera de si... y empezamos a pelear, me aventaba cosas a la cara...- Alessia a penas podía hablar, necesitaba tomar bastante aire después de cada palabra - No recuerdo bien... que pasó, no parecía el mismo- dijo confundida con el ceño fruncido. -Eric me gritó, me aventó y me pegué en la cabeza y entonces llegaste tu. Nunca habíamos peleado así.

-¿Pero por qué se empezaron a pelear?- Pregunté sin haber entendido mucho de lo que acababa de contarme.

-No me acuerdo Zara- dijo fastidiada llevando una mano a su cabeza todavía confundida.

-Vamos, tenemos que ir al hospital a que te revisen-

-Recuerdo algo- dijo de pronto. -Dijo algo de que habían ido a buscar a Sabi... no la conoces- dijo manteniendo el ceño fruncido- solo recuerdo que empezó a gritarme que qué cosa había hecho, que a quién le había hablado, que lo habían intentado chantajear por mi culpa... y que no lo volvería a ver.- terminó de decir y soltó el llanto otra vez, yo me acosté a su lado y la rodeé con mi brazo. -Tenías razón, no debí confiar otra vez en el, pero créeme cuando te digo, que el nunca se había portado así conmigo-

Las siguientes dos semanas traté de estar más cerca de Alessia, su situación emocional había mejorado mucho pero no quería que estuviera sola mucho tiempo, así que saliendo del colegio me iba directamente a la casa para pasar tiempo con ella, incluso decidimos dormir juntas por un tiempo, para acompañarnos la una a la otra. Las cosas empezaban a mejorar otra vez, aunque sabía que era egoísta de mi parte me gustaba tener toda la atención de Alessia para mí y comenzaba a consentirme como antes lo hacía.

Conforme pasaban los días empezaba a notar un cambio en la personalidad de mi tía, era muy cariñosa conmigo, me hacía reír,  incluso volvía a besarme en la frente de vez en cuando y a hacerme caricias, pero no podía evitar notar que había algo raro en su actitud; algunas veces me daba cuenta que temblaba simultáneamente, su rostro se tornaba serio y me dejaba de hablar por bastante tiempo, también me daba cuenta de que se asustaba con cualquier sonido y que pasaba demasiado tiempo encerrada en el baño o en su cuarto, también evitaba a toda costa salir de la casa y había faltado a su trabajo los últimos días. Sentía que algo no estaba bien con ella pero me daba miedo preguntarle, no quería hostigarla porque sabía qué últimamente había pasado por cosas difíciles.

Una noche que estaba a punto de quedarme dormida sentí una caricia en mi cuello, me giré para mirar a Alessia, tenía los ojos entrecerrados y acababa de formar una media sonrisa.

-Eres lo más bonito que me ha pasado- susurró, mi corazón dio un brinco al escuchar esas palabras y de inmediato me lancé a sus brazos.

-¡Y tú lo mío!- dije pegando mi cara a su pecho. -Quisiera poder irme contigo a otro país, y no volver a ver a nadie, solo estar contigo- 

-¿A dónde te gustaría ir?- Pude notar en sus ojos un brillo muy particular que podía distinguir claramente a pesar de la oscuridad.

-A cualquier lugar, donde nadie nos conozca y podamos ser libres- Ella comenzó a pasar sus dedos por mi cabello y yo me fui relajando hasta quedarme dormida.


Mar de Agua VerdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora