5. Celeste

49 14 52
                                    


Estaba en casa, pero no me sentía en ella. Mi corazón amenazaba con salir de mi pecho de manera tan fuerte que me llevé las manos a él.

—¿Segura que quieres estar aquí?—cuestionó Inti.

Simplemente asentí con la cabeza y le di la mano a Urin para tener algo a lo que aferrarme. Recordaba constantemente que yo era quien había decidido salir al bosque para encontrarme con una nueva realidad, con la libertad de no ser reina de Archovin así que era momento de empezar a enfrentar las consecuencias de eso.

—No puedo creer que la reina haya muerto así...—decía una voz—¡Era tan joven!

Puertas de Luz de Luna estaba decorado exactamente igual que en el funeral de mi padre, la única diferencia eran los colores. Mientras que los estandartes que acompañarían a mi padre hasta sus últimos días eran verdes y plata; ahora veía unos colgantes embebidos en celeste y plata, como la luna. No me disgustaba en los absoluto, pero algo me decía que no era yo.

—¡Llegaremos tarde!—gritaba alguien—¡Las puertas ya se han abierto!

Después de la coronación, los funerales eran el único momento en el que el pueblo podía ver a sus gobernantes. Así lo estipulaba la ley de Archovin desde 150 milenios atrás. Mi padre decía que era por seguridad, aunque yo creía que tenía algo que ver con el misticismo que mantenía la corona.

—Tienen razón—Inti había escondido nuestro transporte y había tomado la mano de Urin—Tenemos que avanzar o no conseguiremos ver nada. ¿Cómo haremos que la reina se divierta en su funeral?

—¡Cállate Inti!—dije entre dientes.

El director del circo me dio un suave golpecito en el hombro antes de abrazarme.

—¿Esas son maneras de contestarle a su esposa, señora Cagney?—se burló.

Me ruborizó aunque mi mente se guardó el hecho de que ya conocía el apellido de aquel hombre. Inti Cagney, un nombre al que le agradecería muchas cosas a lo largo de mi vida, como estar en ese funeral.

—¡Vamos antes de que te arrepientas!—por inercia, apreté más la manita de Urin contra mi—No corras Urín, puedes perderte...

—Mírate, toda una madre preocupada—se rió Inti.

Rodé los ojos, pero no dije nada. Los dos varones a mi lado hicieron mucho más ameno el camino que jamás había recorrido con mis propios pies. En verdad parecía una fiesta, poco había del luto que representaba un funeral; el mercado estaba lleno y los callejones, cubiertos de flores, invitaban a bailar en ellos.

—La boda será pronto—dije sin aliento.

—¿A qué te refieres, Mav?

Tanto Inti como Urin me veían con sorpresa, tratando de descifrarme. Deseaba que nunca lo hicieran.

—Decían que la hermana de la reina muerta se casaría antes de asumir el trono, ¿no?—ambos asintieron con la cabeza—No me creo que todas estas festividades sean por un funeral.

—La verdad no sé bien como funcionan las cosas aquí—Urin se rascó la cabeza—Pero sé que no nos importa, porque pronto nos iremos de Archovin.

Continuamos sin hablar y en pocos minutos teníamos frente a nosotros la gran pira funeraria. Ya había bastante gente alrededor de ella, solo faltaba la familia real. Esperarían a que el sol estuviese a punto de ocultarse para que Elçin la encendiera. Solté la mano de Inti y de Urin, acercándome con curiosidad. Quería ver cual era el cuerpo que estaba en mi lugar. ¿Habrían matado a alguien para ponerla allí? ¿Sería acaso alguna loca del hospicio o una enferma terminal? ¿En qué momento habían decidido que era mejor matarme y no pretender que seguía reinando aunque nunca apareciera?

Todos los Colores del Mundo #PremiosRookiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora