28. Índigo

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Escuché los gritos de nuestros amigos, pero no era capaz de moverme; lo único que hacia era mecer a Inti entre mis brazos, rogándole que no muriera.

—Quiero que nos casemos bien...—dijo tosiendo sangre—Es un sueño, yo lo sé...pero quiero verte vestida de blanco, con una capa y que se cumplan todos los rituales.

Su voz quedó interrumpida por varios espasmos, ambos temblábamos pero yo era de terror puro mientras aquel hombre al que amaba tanto se estaba muriendo.

—¡TENEMOS QUE IRNOS DE AQUÍ!

La ofensiva seguía tirando hacia nosotros, ballestas en flamas volaban hasta nosotros. Usé mi cuerpo para cubrir a Inti, sintiendo la mano de Bastian sobre mi espalda.

—¡VAMOS!

—¡NO VOY A DEJARLO AQUÍ!

—¡YO LO LLEVARÉ!

Jett pasó a mi lado, separándome con delicadeza de mi esposo. No era capaz de hacer nada cuando Aiana y Jayden corrieron a mi lado.

—Estás sangrando, Maeve...

—La sangre no es mia—sollocé.

Mis hermanos escucharon mis llantos, patéticamente vulnerable y los cuatro se acercaron.

—¡RETIRADA!—gritó Vesper—¡RETIRADA! ¡TODOS!

Alcancé a ver el conflicto entre los ojos de Adilo; los rebeldes lo observaban expectantes. No sé como encontré ese pequeño espacio en mi cabeza para darme cuenta que ese era un momento decisivo en la guerra. Ellos marcarían la pauta para el resto al seguir o no al hijo del rey que tanto daño les había hecho. Volví a llorar cuando lo hicieron, seguramente apresurados al haber sido informados de que Inti Cagnay estaba herido.

—¡RETIRADA!—coreó Adilo.

Ese fue el momento decisivo. Irán con nosotros hasta el final. Corrí hacia mi yegua, montando en ella con tanta fuerza que escuche como uno de mis huesos crujía. La necesidad de escapar impidió que me doliera algo, golpeé las ancas del animal, apresurándolo a avanzar detrás de nuestros compañeros. Las lágrimas surcaban mis mejillas cuando vi el cuerpo de Inti medio desplomado en el caballo de Jett.

—¡INTI!
—¡Deja de gritar!—me regañó mi hermana—¡Nos vas a delatar! ¡Tenemos que volver a un lugar seguro!

No podía callarme, lo que quería era sacar todo el dolor que había en mi interior. Zander tomó las riendas de la yegua, dirigiéndome a otro lado. Gül relinchó, levantándose sobre sus patas traseras y mi hermano aprovechó el momento para subirme a su caballo, cubriendo mi boca con su mano.

—Pronto lo verás...ya llegaremos.

No tenía ni idea a dónde íbamos, pero confiaba en ellos. Avanzamos entre los riscos cercano, no entendía cómo entrábamos en ellos sin caernos. Abrí mucho los ojos cuando vi caer a uno de los atacantes, con su caballo, rodando por las piedras. Entre el revuelo, seguimos avanzando hasta entrar a unas cuevas; el pequeño espacio de la entrada haciéndose cada vez más grande. Estaba tan asustada por Inti que ni siquiera me preocupé por eso. Bajé del caballo, corriendo hacia Jett.

—¿Dónde está? ¿Dónde está él?

—Aiana y Jayden lo están atendiendo, Asena ya ha llegado...

—¿Cómo pasó?—preguntó Yusef, enojado.

—Tomó una flecha por mi...—susurré y me desmoroné.

Sentí los brazos de Bastian rodeándome, al mismo tiempo que mi hermana. Sarnai parecía igual de nerviosa que yo, pero su abrazo me hizo sentir mucho más tranquila. Respiraba profundamente, tratando de hilar mis pensamientos; había perdido completamente el control del tiempo, además, la oscuridad de la cueva no ayudaba en nada.

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