14. Turquesa

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Gritos. Eso fue lo que me despertó. No me había pasado aquello desde que era muy pequeña. Mis brazos rodeaban un cuerpo muy pequeño.

—Zander...—dije entre sueños—Vesper...—susurré—No pasa nada, hermanitos. Vuelvan a dormir.

Mi madre discutía con la tía Dhara, hablaban de mi, de mis hermanos; de la plaga; del reino. ¿Qué sería de nosotros si tenían un hijo más? ¿Cómo quedarían ante el reino? Más herederos para una tierra muerta y decadente.

—¡Maeve! ¡Despierta, Maeve!

—Vuelve a dormir, Zander, te lo ruego.

—¡SOY URIN!—gritó el niño.

Esas palabras me hicieron abrir los ojos, inyectados en sangre. ¿Dónde estaba? ¿Qué demonios estaba pasando? Tardé unos cuantos minutos en incorporarme, con el niño aún encima de mi.

—¡USTEDES LO SABIAN!—explotó Jett—¡TODO ESTE PUÑETERO TIEMPO LO HAN SABIDO! ¡QUÉ ESTABAMOS ALBERGANDO A LA REINA MUERTA!

No tenía caso seguir pretendiendo que estaba dormida. Levanté el cuello, haciendo todo el ruido posible para que me notaran. Inti, Jett y Asena veían de frente a los hermanos Cagney, el rostro plagado de rabia me demostraba mis peores temores.

—¿Qué diferencia haría decirles?—cuestionó Yosef, los ojos preocupados—¿Para qué? La chica no ha traído nada de malo al circo...—su mirada se volvió traviesa—Yo diría que todo lo contrario.

Era obvio que Inti estaba haciendo uso de toda su fuerza para no lanzarse a los golpes con su hermano. En ese momento, Umut era el animal más tranquilo que se había visto si se comparaba con el presentador del circo. Quitándose a Jett de un manotazo, se acercó a mí. Instintivamente asustada, bajé la cara.

—¿Por qué me ocultas tus ojos, Mavie?

—Ni siquiera los estás viendo, Inti.

—Entonces mírame a los ojos y dime que no pasa nada—señaló a sus hermanos—Que si ellos sabían y te protegieron fue por algo.

Sin embargo, me quedé en silencio. ¿Cómo podía decirle eso? A decir verdad, yo no sabía las razones de los Cagney para mantenerme cerca, pero sospechaba que tenía que ver con los dos duendecillos que me acompañaban.

—No...no puedo decirte eso, lo siento mucho, Inti.

Cerró el puño, haciendo que yo saltara hacia atrás, chocando con Urin quien chilló. Inmediatamente las facciones de Inti se llenaron de culpa. Su mano se aferró a las rejas de la jaula en la que me encontraba, como si eso fuera lo único que nos separaba.

—Debieron haberme dicho desde el principio—siseó, girando a sus hermanos—¿No creen que tenía derecho a saber quien era la persona que metí a mi vida?

—Tu quisiste hacerlo—dijo Fioralba, con los brazos cruzados—Salvaste a Maeve por algo, aún antes de saber quien era. Y, ¿sabes qué? Estoy segura que lo hubieses hecho aunque fuera la emperatriz de todas las puñeteras tierras de Valduin.

—¡PERO AL MENOS SABRÍA LA VERDAD!—gritó, yendo hacía Yosef—¿DESDE EL PRIMER DIA? ¿EN SERIO? TANTOS AÑOS DESAPARECIDO, PERO A ELLA LA DEJASTE ESTAR. ¿TU? ¿EL MÁS CELOSO DE ESTA FAMILIA?

Yosef se alejó, apesadumbrado, en ese momento parecía más el hermano menor.

—Piensa bien tus palabras Inti Cagney—advirtió Fioralba—Y baja el volumen, ¿quieres que los revolucionarios se enteren de quién es ella? Porque si esos fueran tus planes, la hubieses entregado...he visto lo que hacen con los traidores y tú eres el primero en participar en esos rituales.

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