36. Rosa

12 3 3
                                    

Cuarenta y ocho horas no debían parecer mucho, ¿no? Cuando era niña, dos días solían ser eternos especialmente si tenía que hacer algo después, con cuidar a un baile o a una expedición de caza; o esperar a que mi padre volviera de una misión. Pero ahora todo era diferente, cada hora marcaba una diferencia entre la vida y la muerte.

—¿Y si no viene?—soltó Elaine.

—No hay que pensar así...

—¡Es necesario!—la duendecilla de fuego movió las manos con desesperación—¿Qué vamos a hacer? ¡Tenemos que tener otro plan! ¡Maeve va a sobrevivir!

—Chicas, no quiero pensar en eso—respondí, poniendo mi cabeza debajo de las almohadas—Realmente, lo único que deseo es dormir; pero nadie me deja hacerlo.

Fioralba llegó cinco horas antes de que se cumpliera el plazo que habían dado las Brujas Cardinales. Seguía siendo la misma persona a la que conocí cuando Inti me llevó a su casa, pero había algo completamente diferente en su rostro. Quizá jamás llegaríamos a entender lo que ella había vivido para llegar a donde estaba.

—¿Qué tienes, Fio?—preguntó Inti—¿Encontraste la cura?

—Hay varias cosas que pueden servir, pero no tenemos el tiempo suficiente para probar todas—dijo, algo desesperada—Podemos probar en otras personas que están en tu misma situación.

Me incorporé inmediatamente al escuchar eso.

—¿Por qué no dárselas primero a ellos?

—Porque si alguien más muere, te culparán—dijo simplemente Fiorlaba.

—¿Entonces?

—Probaremos todos los remedios contigo—continuó la bruja, ante los sonidos de desaprobación de los presentes—Es la única forma de encontrar algo eficiente y rápido.

—¿Y después?

—Haremos lo que quieras Maeve, iremos a donde quieras—intervino Inti—Superaremos los obstáculos y seguiremos con nuestro amor—extendí mi mano a él, quien se apresuró a tomarla—Tu y yo nos daremos la mano y dejaremos atrás todos los problemas, para volver juntos a nuestro destino.

—¿Cuál es ese?—pregunté con emoción.

—Lo descubriremos juntos.

Esas palabras fueron suficientes para mí, sin soltar su mano, vi a Fioralba a los ojos. Por primera vez, encontré pena en ellos. Ninguna de las dos sabíamos si eso funcionaría realmente, pero tendríamos que intentarlo. No solo por mí, también por el pueblo.

—¿Qué estamos esperando?

Aquello era difícil y confuso y doloroso; pero tenía que soportarlo. La idea de recuperar a mi familia me motivaba. No me habían permitido ir con la expedición de búsqueda por mi condición, pero quería hacerlo. Con mis palabras, el resto de las hadas se levantó para comenzar a trabajar, preparando todos los brebajes.

—¿Se lo tiene que beber?—dijo con Gislane, haciendo un mohín—¿Todo?

—Es lo mejor, podemos mezclarlo con una copa de vino para que no sea tan molesto.

Le pedí a Inti que me ayudara a levantarme, no soportaba estar escuchando sin ver lo que hacían. La parte de mi que había querido ser sanadora se sobreponía al miedo, cuando me incliné frente al burbujeante caldero.

—¿Qué le han puesto?

—Son demasiadas cosas como para explicarlas—dijo Lara.

Me reí bajito, sin poder evitarlo.

Todos los Colores del Mundo #PremiosRookiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora