19. Jade

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Para las verdaderas gemelas Oracle, gracias por recibirme en su vida. ¡Feliz cumpleaños!

—¡LA REINA HA VUELTO! ¡LARGA VIDA A LA REINA!

Ese era un circo, pero no como el que yo amaba. Ese era un maldito circo de los horrores, un espectáculo sin ninguna diversión del que nadie saldría con vida. La noche anterior me había quedado dormida con la lanza en la mano, lista para que llegara alguien a atacarnos. Después de mucho insistir, Nazeli había terminado durmiendo conmigo.

—Ya no me gusta dormir sola—dije haciendo un puchero—¡Sabes que nunca me ha gustado!

Sin embargo, fuimos separada al amanecer. Peleé con todo lo que tenía, pero estaba muy cansada. Seguía perdiendo sangre cuando me pusieron en aquel maldito escaparate, con un vestido blanco como la nieve que recorría las praderas astreas donde mi abuela había crecido. El mismo lugar donde el primer Archovin se había plantado.

—¡FUERA! ¡MÁTENLA! ¡HA RESUCITADO! ¡ES UNA ESPÍA!

Escuchaba las palabras aunque realmente no les prestaba atención. Con los meses fuera del palacio había entendido que la gente me odiabas jamás podría ser bien recibida en el palacio que me vio crecer. No tenía ningún caso que yo fuera la reina y me aterraba estar presente frente a ellos.

—¡MAEVE DILARAY FUE SECUESTRADA!—dijo la voz de uno de los emisarios—¡ES POR ESO QUE HA PASADO TODO! ¡PERO AHORA HA SIDO DEVUELTA A NOSOTROS!

Las palabras de ese hombre hicieron tanto silencio que se pudo escuchar el gemido que dejé escapar de mis labios entre abiertos por el dolor de la herida. El corsé me apretaba tanto que la había abierto de nuevo, provocando un ardor indescriptible.

—¿QUIÉN FUE? ¡EXIGIMOS JUSTICIA! ¡JUSTICIA!

¿Qué justicia podía haber cuándo estábamos enfrentándonos a un delito de mentira? En ese momento, quise gritar, hacer uso de la voz que mi padre me había dado al permitir que naciera reina, pero una punta de flecha abrió mi vestido, en el mismo lado que sangraba, recordándome que no podía moverme.

—¡Ustedes lo recuerdan! ¡Ustedes lo amaban! ¡Qué no se les olvide que él ha sido el secuestrador de su princesa!—el emisario parloteaba mientras se movía, como si estuviese en una fiesta—¡EL CIRCO DE LOS MILAGROS ES EL CULPABLE DE SU MISERIA!

Con sus palabras, se desplegaron cientos de imágenes alrededor de los muros de piedra que rodeaba la ciudad; todos eran cárteles de búsqueda. La pintura no hacia justicia a lo guapo que era Inti. Mis ojos se llenaron de lágrimas al pensar en él, en lo que diría si viera esas imágenes. Creería que sería recordado como el villano de la historia, y no podía estar más equivocado. El villano suele ser el que encierra a la doncella y tira la llave al río; pero él fue el que me liberó.

—¡NO ES CIERTO!—grité con todas mis fuerzas—¡YO ME HE IDO PORQUE HE QUERIDO! ¡NO LE HAGAN CASO A ESTA GENTE! ¡SON LIBRES! ¡LIBRES DE LOS ARCHOVIN Y DE TODOS LOS QUE QUIERAN CONTROLARLOS!

Antes de que pudiera hablar más, me tomaron del brazo y tiraron de mi hasta dentro del palacio. Escuchaba los gritos de la gente afuera. Una bofetada me recibió, estaba decidida a pelear con ellos, no importaba que me mataran.

—Eso no va a funcionar con ella, Marvin—dijo uno de los soldados—¿Crees que el rey ha criado a una hija que no aguante unos golpes? Por algo ella era su preferida.

—¿Tienes algún plan mejor?—espetó el aludido.

Me impresionaba la furia de los hombres, quienes se creían los dueños de otras personas solo por poseer más fuerza física. Si supieran lo que personas como Aiana y Fioralba podían hacer con su magia, o Asena con sus caderas o Juniper con su mirada, jamás volverían a dudar de las mujeres.

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