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—Shelby

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—Shelby.

Ellah levantó la cabeza para ver a uno de los guardias de la prisión en la puerta de la celda.

Era de mañana, acababa de salir el sol. Apenas había dormido y el cansancio comenzaba a apoderarse.

—Estás siendo liberada—musitó y abrió la puerta de la celda.

Ellah se preguntó si Tommy había logrado que los liberaran. Ellah no pensó que solo tomaría una noche obtener lo que él quería a cambio de información condenatoria sobre su familia. Pero ella no lo iba a cuestionar. Aliviada de volver a vestirse con su propia ropa, salió de las paredes de la prisión.

Casi esperaba que su hermano estuviera allí, listo para reclutarla en otro trabajo. Pero no había nadie esperándola afuera.

Desconcertada, la mujer miró a ambos lados de la calle, sin saber a dónde ir. No había forma de que volviera a Warwickshire. Tenía algunas cosas en Watery Lane, pero decidió dejarlas allí. No quería arriesgarse a encontrarse con su hermano. Entonces, se dirigió al próximo tren a Londres.

Amelia se veía absolutamente atónita cuando vio a su mejor amiga sentarse en el escritorio frente a ella.

—¿Dónde diablos has estado? ¡Pensé que habías desaparecido!—siseó, inclinándose sobre su máquina de escribir.

Ellah estaba exhausta cuando dejó su bolso y recogió algunos papeles que habían dejado en su bandeja de entrada.

—Alguien de mi familia estaba enfermo—siseó—. Me sorprende que todavía tengo un trabajo aquí.

Admitió y comenzó a cargar una página nueva en su máquina de escribir.

—Por favor, el Sr. Harding está aterrorizado por tus hermanos, no se le ocurriría despedirte.

Amelia rió. Pero pudo sentir el cambio extremo en su amiga.

—¿Todo bien?

—No—respondió con sinceridad y comenzó a escribir las notas—. Necesito una bebida.

Eso fue una ventaja de estar en Arrow House. Podía caminar con un whisky y nadie la cuestionaría. Amelia sonrió.

—Bueno, una vez que salgamos del trabajo, saldremos. ¡Necesitamos ponernos al día!

Parecía el remedio perfecto para su creciente dolor de cabeza.

Todo lo que podía esperar era no encontrarse con Alfie Solomons.

—Mi prima está de visita desde París. La invité a venir, espero que esté bien.

Amelia se tomó del brazo de Ellah mientras caminaban por la calle hacia el club.

—Sí, por supuesto.

Ellah se encogió de hombros. Dolía saber que incluso la mención de algo tan inofensivo como París podía evocar recuerdos de Alfie.

𝐁𝐋𝐔𝐄 𝐄𝐘𝐄𝐒 ━ ALFIE SOLOMONSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora