25

1.3K 127 14
                                    

Cuando Ellah escuchó el tintineo de la correa de Cyril al ser sacada del perchero, supo que algo estaba pasando

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando Ellah escuchó el tintineo de la correa de Cyril al ser sacada del perchero, supo que algo estaba pasando.

—¿Alfie?

Asomó la cabeza fuera de la cocina para mirar hacia el pasillo. Se quedó allí, poniéndose el abrigo y el sombrero. Cyril esperaba ansiosamente junto a la puerta, moviendo la cola y golpeando la pared a su lado.

—¿Sí, amor?

—¿A dónde vas? Acabo de comenzar la cena, estará lista pronto.

Apoyó una mano en su cadera con decepción. Ellah estaba ansiosa por tener una buena cena antes de mostrarle los vestidos que le había comprado.

—Necesito sacar a Cyril.

Respondió casualmente.

—Ya los dejé salir a él a Anthea una hora.

Lanzó a Alfie por un bucle, pero él rodó con él.

—Solo quiero asegurarme de que ha gastado toda su energía. No quiero que juegue duro con el cachorro.

Ellah frunció el ceño pero asintió.

—Está bien, pero date prisa o comerás una cena fría.

Él se rió entre dientes.

—Seré rápido.

Estuvo de acuerdo antes de salir de la cabaña con Cyril trotando a su lado.

Alfie caminó por el camino arenoso hacia la dirección que el hombre le había dado estúpidamente. En lo que respecta al gángster, el hombre selló su propio destino golpeando a un cachorro y dando su dirección sin pensarlo dos veces. El sol se estaba poniendo cuando llegó a la pequeña cabaña. Era muy similar al que tenía. Aunque el jardín estaba un poco más cuidado. Las rosas estaban perfectamente podadas y mostraban todos los colores y matices. Algunas plantas de vegetales se alineaban también, alambre de gallinero protegiéndolos de la abundancia de conejitos que deambulaban por el área.

Alfie ató a Cyril a la cerca y entró al césped.

En la cabaña había luces encendidas, pero las cortinas estaban corridas. No se detuvo. Tenía un arma por si las cosas iban un poco más al sur de lo que pretendía. Era justo advertir a su víctima, por lo que llamó a la puerta. La retrospectiva lo alegró de haberlo hecho porque una mujer joven y menuda abrió la puerta. Tenía el mismo comportamiento de una tortuga a la que no le gusta mirar fuera de su caparazón. Con cabello rubio fino y ojos verde esmeralda curiosamente fuertes, era hermosa. Pero su rostro había sido desfigurado por un ojo morado y su cuello tenía los signos reveladores de las marcas de los dedos con moretones.

—¿Puedo ayudarte?

Preguntó con voz tímida. Alfie fue tomado por sorpresa, pero se compuso.

—¿Tu marido en casa?

𝐁𝐋𝐔𝐄 𝐄𝐘𝐄𝐒 ━ ALFIE SOLOMONSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora