𝐁𝐋𝐔𝐄 𝐄𝐘𝐄𝐒 ━ ALFIE SOLOMONS

23

Ellah nunca había visto la puesta de sol en una playa. Podía recordar algunas ocasiones en las que había ido a la playa cuando era niña. Muy probablemente cuando viajaban en caravana o tal vez incluso en las raras vacaciones que tenían. En algún lugar de la costa de Gales. Pero recordaba haber pasado más tiempo alrededor de estanques y lagos.

El océano era algo tan diferente.

Al vivir en una ciudad con tanta gente, era difícil tener un buen impacto sobre algo. Especialmente porque ella era parte de una familia tan influyente y vivía con un hombre que prácticamente era dueño de Camden.

Pero mirar el océano hizo que Ellah se sintiera tan pequeña. Su poder absoluto y gran tamaño eran humillantes, por decir lo menos. Podría estar flotando entre las olas y perderse por completo en segundos. Y, sin embargo, sentía como si el mundo estuviera presionando sobre sus hombros.

¿Por qué? ¿Por qué estaba de pie, con las rodillas dobladas bajo el peso de todas las responsabilidades que no eran suyas? ¿La culpa y las consecuencias que no se merecía? ¿Por qué no podía escoger a mano todas las cosas que eran suyas y soltar el resto?

—Te ves un poco perdida, amor.

Alfie murmuró, llevándola de regreso a la orilla.

—Oh, yo...

Ellah parpadeó un par de veces y comenzó a recuperar la sensación de la arena bajo sus pies descalzos.

—Solo estaba pensando.

—¿Sobre que?

Envolvió un brazo alrededor de su cintura.

—¿No quieres quedarte aquí alguna vez?—preguntó ella, mirándolo—. Quedarte en un lugar tranquilo y pacífico. ¿En algún lugar donde nadie pueda llegar a ti?

—Supongamos que todo el mundo quiere la paz en un momento u otro.

Su mano se trasladó a su pecho.

—Pero podría durar. Podría permanecer así.

Frunció el ceño cuando escuchó la desesperación en su voz. El anhelo de algo con lo que no estaba familiarizado. Paz.

—Ellah, ¿en qué estabas pensando?—preguntó de nuevo—. ¿Qué pasa, amor?

—Estoy tan cansada. Al estar aquí, siento que realmente puedo respirar. Me encanta estar en Camden contigo, pero todavía me siento... perdida. No siento que pertenezco.

Alfie sintió la culpa presionando contra su pecho. Había sentido su problema débilmente, pero esperaba que mientras la amara, podría aliviar ese problema.

—Lo siento, amor si puedo...

—No se trata de lo que puedas hacer para evitarlo. Alfie, ya me has dado tanto.