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Con la pistola enfundada en el muslo, la carta en la mano y el corazón cubierto con una armadura, Ellah caminó por Camden Town

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Con la pistola enfundada en el muslo, la carta en la mano y el corazón cubierto con una armadura, Ellah caminó por Camden Town. Mantuvo la barbilla en alto. Londres sabía que ahora era una Shelby. No había forma de escapar de eso. Incluso sus amigos lo sabían y ya la trataban de manera diferente.

Sola y detrás de puertas cerradas, ella podría sentirse herida por eso. Pero en público, tuvo que abrazar su antigua identidad. La vida de Londres que una vez tuvo nunca le sería devuelta. Ellah llegó a la panadería y empujó las pesadas puertas dobles. Ollie la detuvo de inmediato.

—Disculpe...

—Tengo una carta de Tommy Shelby.

Ellah interrumpió al hombre antes de que pudiera siquiera intentar detenerla.

—Para ser entregada personalmente a Alfie Solomons.

Ollie estaba desconcertado por sus modales recortados. Antes de que Alfie descubriera la verdad, había mencionado a Ellah varias veces. Dijo que era la mujer más agradable que había conocido, con amables ojos azules y una sonrisa que iluminaba la habitación.

En cambio, Ollie se encontró con ojos helados y una mirada que imitaba inquietantemente la neutralidad silenciosa de Tommy. No era de extrañar que Alfie no la reconociera como una Shelby. Pero el amor era ciego.

—Bien... aunque necesito darte una registrada.

Ellah arqueó una ceja.

—¿Entonces tocarás a una dama?

No había forma de que renunciara a su pistola. Por lo general, no le gustaba usar su género como excusa para ser tratada de manera diferente, pero a veces resultaba útil.

La boca de Ollie se abrió pero fue interrumpida con gratitud por su jefe. Las pesadas botas de Alfie arrastrando los pies hacia la puerta.

—Está bien, Ollie...

Tommy había llamado a Alfie para decirle que estaba enviando a alguien para entregar un mensaje. Pero el blinder no mencionó quién era. Alfie se detuvo en seco, descontento de ver que era la hermana de los Shelby. Los dos se miraron el uno al otro por un momento. Finalmente, Alfie rompió la tensión.

—Bueno, entra entonces.

Dijo secamente y le indicó con un gesto que pasara por el pasillo hasta su oficina.

—No me hagas perder el tiempo.

Ellah apretó los dientes, lista para enfrentar el infierno que Alfie estaba a punto de hacerla pasar. Lo esperaba plenamente, ya que lo había despreciado. Pasó junto a él y entró en la oficina. Cerró la puerta y fue a sentarse a su escritorio.

—Toma asiento—extendió una mano hacia las sillas frente a él.

—No estoy aquí para charlar, solo estoy aquí para darte esto.

𝐁𝐋𝐔𝐄 𝐄𝐘𝐄𝐒 ━ ALFIE SOLOMONSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora