Capítulo XVII

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Alessandra

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Alessandra

Pasaron unas largar semanas donde tuve exámenes por montón y drama familiar sobre la próxima boda del año de Natalia y Alexander. Lo peor de todo es que mi madre se ha propuesto a buscarme pareja para la boda. Toda la semana tuve citas con los hijos de las amigas de mi madre, unos eran corteses, otros trataban de manosearme.

Eran las once de la noche de un día jueves, viendo la tele donde solo salía programas estúpidos mientras estaba en mi cama tomando casi toda la botella de tequila, estaba lista para dormir, pero como Dios me odia una llamada me interrumpió de mi camino al mundo de los sueños.

Gruño con frustración para agarrar el teléfono y contestar con enojo.

—¡Qué!

—Soy Pablo enserio lamento interrumpir tu sueño a estas horas de la noche.

—No te preocupes, ¿qué pasó? —pregunto sentándome en mi cama.

—Tengo un problemita.

—Qué clase de problemita tienes.

—Uno que está ebrio, molestoso y solicita que vengas. Sugiero que pronto o ocurrirá una desgracia.

—Mándame la maldita dirección —digo entre dientes para colgar el teléfono y tirarlo lejos de mí.

Maldito, engreído y molestoso de Alexander... ¿Qué quiere ahora?

Me coloco lo primero que me encontré para tomar un taxi e indicarle así la dirección que me envió Pablo.

Al llegar a la dirección pago al taxi para salir del auto en busca de Alexander, al caminar un buen tiempo por este vecindario muy bien cuidado veo la casa de Pablo haciendo que toque dos veces el timbre y esperar a que me abriera.

Al hacerlo el hace que pase rápidamente para cerrar la puerta tras de el y mirarme con nervios.

—¡Alexander, ella está aquí! —Pablo grita tan fuerte que creo que todo el vecindario lo escucho.

Solo tardo unos segundos para admirar la figura alta de Alexander tambalearse al bajar las escaleras, pero cuanto su mirada se conectó con la mía sus ojos se iluminaron.

—¡destripadora! —grita para a balancearse en mí.

Sus brazos me pegaron a su cuerpo formando un abrazo mis ojos se abrieron como plato, ¿acaso me está abrazando?, el me empieza a oler mi cuello como si fuera un perro.

—Deja de olerme —me quejo tratando de separarme.

Al separarme de Alexander fue casi un milagro, Alexander está sentado en el sillón tratando de dejar de vomitar en su baceta que el entrego Pablo.

—No es por ser mala, pero me largo de aquí—anuncio para agarrar mi bolso, pero antes de irme le tomo una foto Alexander vomitando, será una linda forma de extorsionarlo.

Pecados. (POR CORREGIR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora