Capítulo XIX

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Alessandra

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Alessandra

Al llegar a casa mi sonrisa se borra al instante, Alexander estaba cocinando muy amorosamente con Natalia. ¿Qué es esta extraña sensación que siento en mi pecho?, tengo tantas ganas de separarlos y gritarle pero debo contenerme.

—Buenas noches —saludo dejando mi cartera en una esquina.

—Hola, hija —mis padres saludan a la misma vez con una sonrisa alegre.

Que hipocresía.

Tomo asiento en la mesa con algo de nervios al ver salir a Natalia con una sonrisa grande al igual que Alexander que traía la comida.

En estos momentos estoy frustrada, admirando la escenita romántica de estos dos, acaso Alexander no sabe que hace unas horas me beso.

Natalia tomó asiento frente mio con una gran sonrisa, Alexander tomo asiento en mi costado haciendo que frunza el ceño, ¿Qué cojones está haciendo? 

—Alessandra, que traes puestos —mi madre me regaña contemplándome con seriedad.

Suspiro tratando de tranquilizarme, no quiero responder así que mejor ignoro su pregunta para seguir con mi comida.

Siempre ve en mi lo peor, me critica en todo: «No sabes vestirte», «Lloras por cualquier tontería», «Natalia es mucho más linda», «Deja de reírte, pareces estúpida», «Cállate o te callo», «Eres una decepción», «Por qué eres tan rara», «No puedes ser normal»

Joder, tantos comentarios de mi propia madre corren por mi cabeza, dañándome día a día, pero a pesar de todo eso, yo no la culpo...me culpo a mi misma. Mi cabeza me dice que la odie y mi corazón dice que es mi madre y debo aceptarla.

—Déjala madre, tú sabes que ella es rara —Natalia ríe, dándome una mirada de burla.

—Tienes razón mi niña —respondió acariciando el cabello de Natalia —. Fue un error haber tenido a Alessandra. Cuanto me arrepiento.

Mi madre me entrega una mirada llena de odio y desprecio. Jamás puedo estar bien, trato de llevar la fiesta en paz, pero con sus comentarios me están destruyendo.

Siento la mano de Alexander tratar de acariciar la mia, pero rápidamente la quito, poniéndola encima de la mesa.

—Yo te dije cariño, estaba bien con Natalia, sin embargo, tú la querías —anuncio mi papá.

Aguantando mis lágrimas, sigo con mi comida, ignorando sus palabras, pero era imposible, ellos no paraban de hablar del error que cometieron al tenerme. Es feo saber que tus padres se arrepienten de ti y que te traten peor que la basura por nacer.

—Termine...—murmuro levantándome de la mesa e irme a mi habitación en silencio.

Al llegar cierro mi puerta con lentitud, dejándome  caer en ella y colocar una mano en mi boca para poder contener los sollozos. Estoy cansada de soportar esta vida que me toco, cuanto quisiera irme y dejar todo atrás e iniciar una nueva vida.

Pecados. (POR CORREGIR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora