Capítulo II

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Dos horas más tarde, ya se encontraban en la puerta de la casa de Dulce. Chris estacionó la moto en la acera y ella se bajo.

—Ya estas aquí, sana y salva, princesa.

—¿Te veo mañana? —preguntó Dulce, después de besarlo en los labios.

—Mañana tengo que ir a la carrera de Christian.

—Ah —no pudo evitar que la tristeza se colara en esa exclamación—. Nos vemos el lunes, entonces.

Christopher soltó una carcajada, enternecido ante la cara de perrito mojado que Dulce tenía en ese momento.

—¿Por que no vienes conmigo?

—¿En serió? —sonrió.

—¡Claro! Si quieres, trae a tus hermanas, Poncho también va a ir.

Alfonso, o Poncho como le decían sus cercanos, era el mejor amigo de Chris y el novio de Anahí. Christopher y él se habían conocido en la universidad, cuando un amigo que ambos tenían en común, los había invitado a jugar un partido de futbol, deporte que a ambos les apasionaba. Posteriormente, el moreno se había hecho novio de su hermana, cuando Dulce concertó una cita doble, la cual sinceramente nunca esperó que saliera tan bien.

—Ok. Hasta mañana —se despidió sonriendo. Miró a su casa, volvió a mirar a Chris y lo besó de nuevo.

Dulce se alejó y comenzó a caminar a la casa.

—¡Pasaré por ti a las 11:30! —le gritó Chris, para que escuchara a pesar de la distancia.

—¡Esta bien! —gritó de vuelta, volteándose hacia él cuando llegó a su puerta.

—¡Te amo! —aún más fuerte.

—¡Yo también! —le mandó un beso en el aire y entró a su casa.

Dulce notó que Panchita, la señora de servicio, ya ponía la mesa para cenar. Entonces se dio cuenta de que tardó más de lo que tenía planeado. Subió las escaleras rápidamente y entró a su cuarto, dejó su bolso sobre la cama y salió a buscar a sus padres, quienes estaban a la sala.

—Hola —dijo con una sonrisa inocente, para después besar en la mejilla a los dos.

—¡Al fin! Pensé que tendría que llamar a la policía para buscarte... ¿Dónde estabas?

—Martín —dijo Alma con reproche a su marido y padre de sus hijas. Se levantó y besó a Dulce en la mejilla— ¿Cómo estas mi cielo? ¿Estudiaste?

—¿Qué? —preguntó Dulce, confundida. 

—Tus hermanas dijeron que te habías ido con Christopher a estudiar. 

—Aaah, sí, no —dijo sonrojándose, mientras se aclaraba la garganta y su mente comenzaba a trabajar a toda velocidad para inventar algo que la sacara del lio donde ella solita se había metido—... Es que no estábamos estudiando, solo me ayudó a hacer un trabajo para mi electivo de filosofía, pero ya acabamos. 

—¿Y tu novio no tiene la decencia de pasar y saludar? —preguntó Martín. 

—¡Papá!... No seas así, ya sabes que Chris es un buen chico. 

—Sí, sí, ya lo se —se levantó hasta acercarse a ella con una sonrisa—. Si no fuera bueno, no le encargaría uno de mis mayores tesoros —la besó en la frente.

Panchita se acercó para anunciar que la cena ya estaba lista, Anahí y Maite bajaron y toda la familia Espinoza se sentó a cenar, algo que Dulce realmente agradeció, ya que sentía un hambre voraz. No había comido nada en toda la tarde. 

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