Anahí solo tenía ganas de una cosa y esa era matar a Poncho. ¡Maldición!, gritó en su cabeza, le había dicho explícitamente que no llevara a Chris a la casa, pero claro, como el señorito estaba tan concentrado viendo la televisión, de seguro no la escuchó. Estaba tan enojada, que podría golpear al moreno de un solo bofetón, sin embargo solo pudo mirar a Christopher y sonreírle abiertamente, al tiempo que le daba un gran abrazo.
—¿Cómo estás, Chris?
—Bien, ¿y tú? —al apartarse la tomó de la mano y la miró de arriba a abajo con cariño—.Hay que ver lo linda que te has puesto en estos años, Annie
—Ay —dijo la rubia, sonrojándose y dándole un discreto golpe en el hombro— gracias. Oye, cuéntame, ¿cómo estuvo tu vida en Londres?
—Todo muy bien.
—Pero cuéntame algo más, no seas tan escueto —lo animó, cruzando los brazos y apoyándose en el marco de la puerta. Con ello esperaba poder retrasar lo más posible su entrada, ya que sabía lo que se venía una vez que viera a Dulce y a su nuevo novio. Pero nuevamente, no contó con la falta de astucia de su novio.
—Oye mi amor, por qué no nos dejas pasar y así Chris te cuenta todo lo que quieres saber mientras comemos, me muero de hambre ¿tú no? —dijo poniendo su mano en el hombro de su mejor amigo.
—Sí, la verdad sí.
Anahí rió nerviosa y no pudo evitar echar un vistazo adentro, donde toda la familia comía tranquila en amena conversación. Como le hubiese gustado poder comunicarse telepáticamente con su hermana pequeña.
—Claro, pasen —dijo finalmente. Se apartó para dejarlos entrar y luego se encaminó al comedor con ambos hombres siguiéndola—. Familia, alguien ha venido a visitarnos.
—Buenas noches —saludó Christopher.
Sus ojos volaron inmediatamente hacia Dulce, sin ver a nadie más y sonrió genuinamente cuando sus miradas se encontraron. La había extrañado tanto. Su corazón empezó a latir igual de rápido que hace tres años y la misma electricidad le recorrió el cuerpo; supo que a ella le pasó lo mismo cuando los nervios lograron que el tenedor que sostenía para comer, se resbalara de sus manos.
—¿Estás bien, bonita?
La voz de Diego fue lo único que logró que dejara de ver a Christopher, pues ni el estruendo que había hecho su cubierto al caer sobre el plato lo había logrado. Sentía las manos sudorosas y extrañamente temblorosas y sabía que solo se debía a la presencia de la única persona de quien no tenía memoria.
Como pudo le sonrió su novio, dándole a entender que todo estaba bien. Tomó su mano por debajo de la mesa, como si se estuviera aferrando al pilar que había representado Diego en su vida desde que lo conoció.
—¡Chris! —dijo Alma, sorprendida—. ¡Que bueno que viniste!
Toda la familia se acercó para saludarlo como correspondía. Dulce lo hizo también, aunque llena de timidez, ¡Dios!, pensó, Christopher estaba más guapo de cómo lo recordaba. Tenía puestos unos jeans y una camisa casual color negra, que lo hacía ver informal, pero sexy. Lo besó en la mejilla y luego le sonrió con calidez.
—Hola, Chris.
—Hola —dijo, incapaz de ocultar la felicidad que le provocaba verla.
Dulce sintió la mano de Diego en su brazo y le sirvió como un recordatorio de que su novio estaba aún ahí, pues ciertamente se había perdido en los ojos y la presencia de Christopher. Los miró a los dos por un instante y se obligó a seguir sonriendo, aunque por dentro moría por salir corriendo de esa situación tan incómoda.
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Comencemos de Cero
Roman d'amourTal vez ... El olvido fue algo inesperado La desilusion algo inmediato El amor algo que no se puede recuperar Por eso... Comencemos a conocernos. Comencemos a amarnos. Comencemos a crear nuestra historia. De nuevo Hola, yo soy Nathy, antigua escrito...