Christopher manejaba su auto tenso, con ambas manos sobre el volante y la vista fija en el auto blanco delante de él, pues aquel era el de Dulce. La seguía preocupado, sabiendo lo nerviosa y alterada que ella estaba. No esperaba menos. Era evidente que la pelirroja había recordado todo de golpe y ahora le reprochaba a él y a todos por haberle ocultado detalles de su vida tan significativos.
Solo esperaba que en algún momento, ella pudiera comprender que lo habían hecho solo para protegerla, porque el doctor se los había indicado así en el hospital. Confiaba en que ella lograría perdonarlo.
Imitó el brusco movimiento hacia un lado de la carretera, que Dulce hizo de repente para estacionarse. Puso su auto detrás del de ella, se bajó y fue a verla. La encontró con la frente apoyada en el volante y llorando sin consuelo, abrió la puerta y la ayudó a salir. En cuanto la pelirroja estuvo fuera, de pie frente a él, comenzó a darle golpes en el pecho, tratando de liberar su coraje. Christopher no hizo nada por detenerla, solo dejó que se descargara con él. Mal que mal, aún se sentía culpable por lo que le pasaba.
—¡Te odio! —gritó llorando y entre golpes—. ¡No me dijiste nada! ¡Yo tenía derecho a saberlo y tú me lo ocultaste todo!... ¡¡Me prometiste que me ayudarías a recordar y solo me dijiste estupideces!! —cayó de rodillas al suelo ahogada en su propio llanto.
Christopher la imitó y con las rodillas en el suelo la rodeó con sus brazos, con toda su fuerza. Esperó que ella se resistiera, por eso se sorprendió cuando la sintió aferrarse a sus brazos, como si su vida dependiera de ello, mientras los sollosoz no abandonaban su labios.
—Estaba embarazada —murmuró con la voz quebrada y la cabeza enterrada en su pecho—. Yo iba a decírtelo ese día, pero después...
—Tranquila, mi amor —le susurró al oído, al ver que ella era incapaz de continuar. Con una mano le acaricio el cabello, mientras con el brazo libre le rodeaba la cintura para pegarla más a él, el mismo intento que hacía ella enredando sus brazos alrededor de su cuello. Era como si los dos quisieran fusionarse en ese momento.
Por largos minutos, Christopher acogió cada uno de los sollozos de Dulce y cuando la sintió más calmada, la tomó entre sus brazos y la subió al auto que ella estaba manejando, pero en el asiento del copiloto.
—¿Y tu camioneta? —preguntó, cuando vio a Chris prender el motor a su lado.
—Le pediré a Christian, o a Poncho, que vengan por ella, no te preocupes.
Christopher vio a Dulce asentir con la cabeza en silencio y él se dedicó a conducir hacia el único lugar donde sabía que nadie los molestaría y que tal vez tranquilizaría un poco a la chica: La cabaña en el lago.
[♥]
—Estoy muy nerviosa. Quiero irme a casa —dijo Anahí a su novio, luego de mirar su reloj y comprobar que ya hacía media hora que su hermana había salido iracunda de ese lugar, con Chris persiguiéndola. Era obvio que ya no iban a regresar.
—Vámonos, amor.
—Pero, ¿y Diego? —dijo Roberta con el ceño fruncido.
—Hace rato que no lo veo y la verdad no tengo la cabeza para buscarlo ahora.
—Yo lo busco —se ofreció Poncho dando un paso al frente, pero Roberta lo detuvo con un gesto de mano.
—No, no. Vayan ustedes, yo lo buscaré.
—¿Segura? ¿Cómo piensas devolverte? —preguntó el moreno.
—Pues ahí yo veré, me tomo un taxi o algo, no se preocupen.
ESTÁS LEYENDO
Comencemos de Cero
RomanceTal vez ... El olvido fue algo inesperado La desilusion algo inmediato El amor algo que no se puede recuperar Por eso... Comencemos a conocernos. Comencemos a amarnos. Comencemos a crear nuestra historia. De nuevo Hola, yo soy Nathy, antigua escrito...