Dulce no sabía qué hacer, ni qué decir, pues la forma en la que la miraban todas las personas que estaban ese día en su habitación del hospital, claramente esperaban algo de ella, una reacción particular tal vez, o quizás un chiste... No entendía por qué nadie decía nada. La ponían nerviosa y eso terminaba por ponerla de mal humor.
Una morena entre la multitud, que según lo que le había dicho Annie ayer era su hermana Maite, se aclaró la garganta y sonrió nerviosa.
—Como no te acuerdas de ninguno de nosotros, pues, sería conveniente que nos fuéramos presentando uno a uno ¿no? —miró a su alrededor para recibir apoyo y al ver que algunos asintieron, se animó a ser la primera—. Ok, yo me llamo Maite y soy tu hermana mayor y me vas a ver seguido por aquí, porque hace muy poquito soy pediatra en este hospital, dos plantas más abajo en urgencia infantil.
Al estar al lado de Maite, el novio de Annie dio un paso hacia adelante.
—Yo me llamó Alfonso, pero me dicen Poncho, soy el novio de Annie y bueno, era uno de tus mejores amigos... ah, yo estoy en mi último año de universidad en administración
—Yo soy Christian —dijo el último desconocido—, nos conocemos poco porque, soy más amigo de Christopher. No voy a la universidad porque yo... bueno, yo soy automovilista profesional.
Dulce miró uno a uno los rostros frente a ella, esperando que sus escuetas presentaciones le dieran alguna luz que la ayudara a recordarlos, pero nada pasó y eso sin duda la frustró hasta el centro de su ser.
—Aún no me acuerdo de ustedes.
Anahí sonrió nerviosa al grupo, tratando de sopesar la hostil respuesta de Dulce.
—Bueno, pero ya tienes una idea, Dulce. Al menos ahora sabes quien es quién —mencionó la rubia, mientras la acariciaba el cabello a su hermana menor.
—Si claro... ¿Dónde está Chris?
—Me... me mando a decirte que le surgió algo de último momento y que... que si le quedaba tiempo, lo primero que haría sería venir a verte —respondió Christian con torpeza, tratando de que Dulce, ni nadie, se diera cuenta de que eso se lo había inventado.
—Ah. Oigan, fue un gusto conocerlos, pero ¿me pueden dejar sola por favor? Estoy muy cansada —dijo Dulce con tristeza, pues saber que Christopher no vendría la había decepcionado mucho.
El grupo asintió en silencio, descolocados por la mala actitud que Dulce mostraba frente a ellos. Trataban de ponerse en su lugar, pero el desinterés que ella mostraba no dejaba de herirlos también, pues hace nada esa pelirroja era una chica alegre, chispeante, amante de sus amigos, cariñosa con sus hermanas y habladora hasta por los codos.
—El doctor dijo que era normal que se comporta así de distante. Debe de ser muy frustrante no acordarse de nada —dijo Anahí, cuando estuvieron en la sala de espera.
—Pero contigo no es así —refutó Maite, sin poder ocultar su resquemor—. Y, al parecer, con Chris tampoco.
—Eso es porque se acuerda solo de mí y tal vez, en el fondo, su corazón no se olvidó de Chris. Tenle paciencia May.
A la mañana siguiente, Anahi estaba ayudando a Dulce a vestirse. Quedaba poco para que el doctor firmara su alta y tenía que estar lista para cuando lo hiciera. Una hora después ya estaba saliendo del hospital. Anahi la llevó a su casa y allí ni sus padres, ni su hermana mayor, sabían cómo tratarla, no querían que se sintiera incomoda, pero al parecer estaban haciendo todo lo contrario, porque su mala cara demostraba lo irritada que se sentía. Podía haber perdido la memoria, pero seguía siendo la misma Dulce.
—¿Quieres que te ayude a subir a tu cuarto? —le preguntó Anahí, luego de un largo silencio en el grupo familiar.
—Si, por favor
Annie la ayudo a levantarse del sillón, también con las muletas y a subir las escaleras. Entrando a la habitación la dejó instalada en su cama.
—¿Me quedo a hacerte compañía un rato?
—No, gracias —respondió Dulce.
—Bueno, si quieres algo, solo me pegas un grito ¿va?
Dulce asintió en silencio y cuando estuvo sola en su habitación, la cual, sea dicho de paso, no se le hacía familiar para nada, así como tampoco su familia, ni nada a su alrededor, se cobijó entre las mantas y comenzó a llorar. Odiaba no poder recordar nada, estaba consciente de que hacía sentir mal a los demás, pero no tenía intenciones de ser amable. Con los únicos que podía ser así era con Annie, a veces, y con Chris. Chris, el recuerdo del joven castaño la hizo sentir bien por un momento, pero pronto ese pequeño calor se volvió hielo al pensar que ayer la había dejado plantada, le había dicho que iría a verla y le mintió.
Tres días después, Dulce aun no quería salir de su cuarto. Estaba en una etapa depresiva bastante fuerte y nada la hacía sentir bien, no comía y solo hablaba con Annie, a medias. Su familia, preocupada hasta más no poder, ya no sabía qué hacer.
—Tenemos que darle ayuda profesional —opinó Martín esa mañana en el desayuno, comida a la que, nuevamente, Dulce no tuvo ánimos de bajar.
—Sería lo mejor —dijo Maite—, pero tenemos que tener mucho cuidado en cómo decírselo. Con lo sensible que está, podría reaccionar peor.
—Es que tiene que entender que nos preocupa su salud —mencionó Alma.
Anahí abrió la boca para dar su punto de vista también, pero no alcanzó a decir nada cuando el sonido del timbre la interrumpió. Se levantó, haciéndole un gesto a la señora del servicio de que ella atendería y cuando abrió la puerta se sorprendió de sobremanera al ver a quien ahí estaba, pues definitivamente no lo esperaba, menos aún verlo sujetar un enorme oso de peluche en un brazo y con un ramo de flores en la mano que tenía libre.
Le sonrió feliz y sin decirle nada lo dejó pasar y lo guió hasta donde estaban los demás.
—¿Quién era, hija? —preguntó su padre.
—La solución a todos nuestros problemas.
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Hola bellxs! ❤️
Nuevo capítulo ya editado.
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Un abrazote.
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Comencemos de Cero
Roman d'amourTal vez ... El olvido fue algo inesperado La desilusion algo inmediato El amor algo que no se puede recuperar Por eso... Comencemos a conocernos. Comencemos a amarnos. Comencemos a crear nuestra historia. De nuevo Hola, yo soy Nathy, antigua escrito...