Prologo

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Dante estaba de pie en la puerta viendo como el amor de su vida perdía poco a poco la luz de su piel, estaba sobre esa cama con ese vientre abultado luchando por respirar.

-Señor-entro Enzo angustiado y avergonzado inclinando su rostro- todo fue muy rápido, la señora venia del médico cuando la atacaron, supongo que llevaban semanas tras ella-

Recordaba esa mañana como Freya le pedía le acompañara, pero la famiglia era primero, y no podía seguir siendo el débil que se comenzaba a comentar en las esquinas. "Cecilia te acompañara" le respondió y anotando un desaire más en la lista que guardaba en su pecho desde que le conocía lo paso por alto.

"Si tan solo hubiese estado con ella esto no habría pasado" se repetía mientras en la parte baja de la mansión los gritos se hacían presentes. Mientras bajaba las escaleras con el revolver en la mano se encontró con esos miembros de su misma casa.

- Hanno osato alzare la mano... contro di me (se atrevieron a levantar la mano contra mi) - dijo mientras Julián y Guido lo miraban con desespero

- Volevamo solo combattere a modo suo signore (Solo queríamos librar su camino señor)- se atrevieron a defenderse como si su sucia boca mereciera decir algo

Dante levanto el brazo y apuntando a la cabeza de Guido le recordó que nadie levanta la mano contra el Don, y menos entre la misma casa. Julián rogaba por su vida y al ser su hermano de sangre pensó en no hacerlo, pero arriba su primogénito y su mujer se le iban de las manos.

"Si alguno de ellos muere, tú te vas con ellos" le dijo para regresar escaleras arriba soportando el dolor en su pecho.

Toda la noche fue un entrar y salir de los médicos, el llevarla a un hospital seria rematarla, y poner en evidencia el golpe que esos malvivientes le propinaron. La mañana le llego sin sueño, y con el corazón revuelto, jamás creyó en Dios, jamás rezo por nada, incluso si existiera estaba seguro que no meterían las manos por alguien como él, aun así esa noche repaso todo el cielo en búsqueda de ayuda divina.

-Nos iremos- le dijo a Luciano quien no podía creer lo que escuchaba- Freya se quedara aquí con Cecilia y Damiano, la casa y sus cuentas de banco-

-¿La vas a abandonar?- pregunto su amigo incrédulo después de todo lo que pasaron para estar juntos

-Fui muy ambicioso desde el principio, al querer una vida normal, con alguien tan común como ella. Fui un loco, y ahora se están pagando las consecuencias, diremos que han muerto, ella y mi hijo, nos iremos por la madrugada, no necesito despedirme de ella. No le faltara nada y tendrá todo, una vida, quizá una nueva pareja-

-Sabes que ni de loca se quedara aquí-

-Lo sé, y eso es lo que espero, porque si soy yo quien la mande lejos voy a terminar siguiéndole como un maldito perro-

-Aún podemos...-

-No, no lo digas Lucían, no podemos, no puedo, si no es hoy, será mañana, pero tarde o temprano alguien vendrá por ellos, si se salva estaré agradecido con los cielos, y lo tomare como una señal para dejarles, para irme lejos, para dejar de joderles la vida-

-Si ocuparas... si tan solo tu tuvieras las riendas...-

-Lo hare, pero no por las razones que deseo, volare cada cabeza me volveré aliado de todos, cada persona malversada en este mundo adorara el nombre de Dante, me volveré intocable, y procurare que su vida este llena de luz, aunque no esté a su lado. Cada lugar que pise sabrá que Freya es la mujer del Don aunque no esté en mi cama-

-Suenas como un loco- le dijo su amigo incapaz de logar entender hasta donde llegaba el dolor de Dante.

Antes de irse entro a la habitación, se cercioro de que el doctor logro parar la hemorragia, tenía 6 meses de embarazo y necesitaría pasar los próximos 3 completamente tranquila. Él se encargaría de eso, mientras el corazón se le hacia pedazos hincado frente a su cama le repetía una y otra vez que era su razón de vida, que lo perdonara, que ahora sería feliz. Cecilia y Damiano miraban para otro lado incapaz de ver de frente a ese temible hombre que ahora estaba destruido.

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