CAPITULO 13

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Fuera de esas paredes Cecilia recibía la peor noticia, que pudo recibir. Ni Dante ni Damiano le dijeron nada, al menos no para perdurar su mentira lo más que pudieran.

-Jerónimo ¡La mataste!- gritaba y lo empujaba ante los ojos de todos- Tu lo hiciste, ella jamás pudo ahogarse, ella sabe nadar, ella no pudo- y el desgarrador grito de la joven atraía la mirada de todos

-¿Dónde está su cuerpo?- le cuestiono Raúl intentando contener a su mujer- Debe de haber alguno para saber que se ahogó-

-Solo rescatamos sus cosas, peinaron el área no escatime en buscarla, pero había estado enferma, sería casi imposible que estuviera viva- se le rompía la voz recodando que al menos esa parte de su historia fue real.

El llevar la noticia a Cecilia era parte de su plan para descubrirla viva, ni si quiera la quería con él, pero quería saber que estaba viva. Las cosas estaban en calma, nadie del círculo de su abuelo extraño la situación, pero una vez que Cecilia supiera, todos sabrían poco a poco que ahora era un joven viudo, un mártir nuevo.

Para su sorpresa el dolor de Cecilia era real, lo maldijo y lo maldijo hasta que Raúl la contuvo con lágrimas en los ojos. Salió del lugar seguido de su escolta, quien a recomendación de su abuelo no lo dejaba ni a sol ni a sombra.

Esa era su última esperanza, la última, para saber que estaba viva. En cuanto piso valencia los autos afuera de la casa principal le pusieron alerta. Intento que no se notara cuanto había estado llorando para poder encarar a quienes fueran estaban adentro.

Cuando paso el umbral de la puerta su abuelo lo miro con un pánico que jamás vio en él. Al pie de la escalera estaba sentado Dante con los ojos enrojecidos y los anillos entrelazados. Se puso de pie con esa gabardina al cuerpo mirándolo con sus profundos ojos verdes buscando destrozarlo.

-¿Cómo murió?- fue lo único que dijo mientras sus hombres lo tomaban por los brazos

-Eso a ti en que te afecta- intento retomar el plan de hacerlo débil mirando como su abuelo nadaba entre el miedo y el orgullo al escucharlo entero

-Mira niño. Una cosa es saber que estaba contigo por cualquier motivo de venganza que tuviera contra mí. Me lo merezco. Pero el que digan "Se ahogó" eso es basura pura-

-El mar le gustaba, fue un accidente-

-Nadie entra al agua con un vestido de mil dólares a mitad de una fiesta- y acomodando los anillos se preparaba para golpearlo

-No sé qué sucedió, era mi esposa, ¡Estoy destrozado!- grito sintiendo cada palabra como una mentira y una verdad a la vez

-Voy a torturar a cada persona de esta casa, y si alguien me dice lo que sea que te ponga en jaque, te juro que no existirá lugar en el mundo en que puedas esconderte- y soltándole un bofetón ya se encontraba en el suelo

-No puedes levantar la mano nada más porque si, no puedes faltar al pacto- dijo el abuelo intentando seguir en su papel calmado

-Sabe que... tiene razón, pero la omertà debe ser honrada y si descubrimos que se suicidó por su incapacidad de guardar el código...-

-Ella no se suicidó- dijo Jerónimo desde el suelo

-Mis ojos- dijo tomándolo por la nuca recitando esas palabras a milímetros de su rostro- son tantos que te asustaría saber que pueden ver...-

-Señor- dijo su abuelo después de recordar ese pequeño error del código- el código no puede ser aplicado, en ella, solo era la esposa de mi nieto-

-Claro, pero ella fue mi esposa primero, así que la omerta es para ambos, ella ya no está, pero siempre puedes pagar los errores de quien amas... ¿No crees que sea justo?-

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