CAPITULO 3

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Esa noche su mente viajo en el tiempo entre botella y botella, recordó esa noche en Roma, mientras cenaba en ese hotel con música en vivo. El día fue por demás fastidioso, lleno de cosas que se escapaban de su entero poder, pero que debía poder manejar. Damiano y Lucio se encontraban cenando a su lado. Hablaban de trivialidades, de mujeres y dinero.

Una chica de cabello y piel de fuego se paró frente al micrófono. Su cabello lacio recorría su espalda y sus manos delgadas acariciaban el micrófono mientras esa versión a piano de Crazy in Love acariciaba su garganta.

En cuanto la vio dejo de escuchar al mundo, solo podía verla mover esos labios carnosos tan delicadamente que le urgía besarlos, en sus 28 años jamás sintió esa sensación, era demasiado joven, demasiado tonto, pero ese deseo era nuevo para él.

Los ojos de la chica se abrieron "Looking so crazy in love's got me looking, got me looking so crazy in love..." decía su boca y su mirada de girasol se posaba en él. Cada sonido cada nota, le hacían perder la cordura, ¿Cómo podía una simple canción ponerlo de esa manera?

Le pidió a sus hombres la llevaran a su mesa, pero para su sorpresa se negó. El mismo se levantó para buscarla en camerinos y se llevó una bofetada y un empujón.

-No soy una puta, no me importa lo amigo que sea del dueño-y mientras guardaba todas sus cosas poniéndose zapatillas deportivas con ese hermoso vestido salió pitando del lugar

-¿A dónde vas? Me han dicho que tu turno no termina aun-

-Pues le dijeron mal, a mí me dijeron "o te sientas con el señor Giordano o muerdes acera" y adivine que elegí- se zafo de su agarre- Que pase buenas noches señor Giordano- no era propio de su persona rogar, pero se sentía basura por hacer que la despidieran.

-Enzo- llamo al hombre que le cuidaba la espalda- quiero todo, donde vive, con quien, todo-

-Claro Don- y saliendo tras ella se tatuó su olor en la mente.

Fue cuestión de tiempo para saber que su nombre era Freya, su madre era una basura abusiva de su hija, su hermano hacia años había regresado a Finlandia, y su padre se lo arrebato un infarto cinco años atrás. Freya tenía 20 años y cantaba en las calles, en los bares, donde podía para mantenerse alejada de su familia y solventar su beca en el conservatorio en Roma.

Una semana después le siguió a un bar de jazz corriente en el centro, dentro estaba Freya sentada en un banco alto con un pantalón de vestir a la cintura y un top blanco cubriendo su llamativo escote, la canción que salía de su boca no parecía jazz pero era hermosa, "Little things that make you smile Dancing barefoot in the dark" cada palabra se ahogaba en su garganta tan profundamente que parecía comenzaría a llorar.

El corazón de Dante se sintió cálido, una copa de vino tras otra la acompañaron mientras el repertorio de la joven dejaba a todos sin aliento. La chica lo vio quedársele mirando, era lo suficientemente atractivo para hacerla olvidar las letras de las canciones, y aunque su cabeza le decía "ha venido por ti" ella se convencía que eso era imposible.

A media noche mientras salía del bar tabaco en mano con una sobre camisa y zapatillas deportivas sobre su atuendo de antes se topó con ese hombre con gesto de arrogancia recargado en ese BMW que ella solo vio en revistas.

-Creo que te debo una disculpa- dijo acercándose a ella dejando en el aire ese particular aroma a mar que desprendía

-¿Tan difícil era presentarte como un ser humano normal?- respondió mientras Dante le quitaba el cigarro para apoderarse de el

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