CAPITULO 6

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Era de día en Valencia, el sol daba en la espalda desnuda de la joven mientras que los dedos de Jerónimo dibujaban las constelaciones de pecas que tenía en el escote.

-Buenos días amor de mi vida- susurro mirando como poco a poco se desperezaba- creo que es hora de abandonar la habitación- la beso sintiendo como sus manos se aferraban a él en un abrazo- no puedo creer que en unas horas, serás la señora de Covarrubias...- besaba su coronilla mientras en la mente de la joven se repetía una y otra vez su último encuentro con Dante.

Al parecer ese desencuentro salió mejor de lo que jamás pudo planear. Pues no volvió a verlo. Ni si quiera a Damiano, lo cual pensaron sería algo bueno.

Mientras el día transcurría frente a sus ojos su mente jugaba a recordar su pasado. Veía a Ceci, ayudándola a vestirse mientras del otro lado de las puertas su esposo también se alistaba para dar el paso de una vida juntos.

-No podremos tener una gran boda- recordaba a Dante avergonzado frente a ella al pie de esa vieja parroquia en Sicilia- pero quiero jurarte ante lo más sagrado que cuidare de ti cada día de mi vida-

-Yo solo quiero estar a tu lado, yo te acepto con todo tu pasado, y prometo darte la mano en nuestro presente- Dante sintió que por primera vez en su vida no estaba solo.

Mientras la esperaba en el altar en esa iglesia vacía se imaginaba como hubiera sido verla vestida de novia. Pero sus hermanos les pisaban los talones, y el puesto del Cappo se encontraba en juego. El casarse era por amor, pero también para ponerla a salvo. "solo los estúpidos ponen el amor primero que el poder" le dijo su padre cuando sugirió se casaría.

Nadie se la arrebataría, la pondría a su lado, le gustara a quien le gustara. Frejya traía una rosa blanca en el cabello, con un vestido coral de satín, pensó que no era buena idea entrar con sus deportivas a la casa de Dios, así que entro descalza.

-Lo que ves es lo que soy, y me entrego a ti para toda la vida- le dijo sosteniendo sus manos con ese ramo de rosas color pastel que lograron conseguir en el centro

-Siempre pondré tu vida antes que la mía, viviré para hacerte feliz, para cuidarte y para amarte-

El sacerdote jamás escucho unos botos tan sinceros, ambos juntaban sus ojos verdes con una sonrisa sincera.

-Que lo que Dios une, no lo separe el hombre, y ante Dios los declaro marido y mujer-

Dante la tomo por la cintura mientras ella cruzaba sus brazos por su cuello, jamás sintió un beso tan profundo como ese, y juntando sus argollas mano a mano salieron del lugar como uno solo.

Esa noche cenaron pizza en un pequeño local. "Es nuestra boda" grito Dante a todo el restaurant haciendo reír a su ahora esposa mientras todo el local le aplaudía. No podían dejar de sonreír y contar cuales serían sus planes. Mientras regresaban al hotel, soñaban con ser siempre esas personas, esas personas normales que podrían amarse y caminar de la mano por las calles.

Freya lo supo a los pocos meses que empezó a salir con él, le dio la opción de irse o quedarse, y aunque al principio hizo lo más razonable que fue alejarse, fue imposible, siempre terminaban encontrándose, yéndose a la cama, poniéndose en la mira de todos los que querían encontrarle un defecto a Dante.

Quizá en ese entonces no tuvo un vestido de novia hermosa, ni unos zapatos de diseñador, quizá quien la esperaba en el altar no tenía a sus amigos a su lado y estaba de pie solo con su sonrisa y su corazón en la mano. Quizá no tuvo una gran fiesta, ni un gran baile... pero fue feliz. Tan feliz que lamentaba no sentir lo mismo ahora.

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